CAPÍTULO TREINTA Y NUEVE

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Seguir adelante

Las siguientes semanas fueron una tortura. Todo, absolutamente todo me recordaba a él. El trabajo, el departamento, las calles de Lagos, todo. Mis noches las pasaba llorando, comencé a sentir un vacío en el pecho, dolía hasta respirar. Era como si todo el peso del mundo estuviera sobre mis hombros.

Lo único que quería hacer era dormir, pero no podía, tenía un negocio que sacar adelante, así que esa fue mi motivación.

Con el pasó de las semanas, comencé a verme un poco mejor, la imagen del espejo, se parecía un poco más a la Lina que había sido meses atrás, pero el recuerdo de Federico no dejaba de doler.

Un buen día Santiago llegó al local luciendo muy radiante. Algo había diferente en él. Se veía más sonriente y feliz, entonces lo supe. Porque así me veía yo meses atrás.

―Conocí a alguien―me dijo.

― ¡Qué bien!―sonreí. Esa había sido mi primera sonrisa sincera en semanas.

― ¿Dónde lo conociste?

―Lo conocí en grindr.

―Veo que no dejaste de usar la app

―En donde más conocería a alguien

―Con tu vida social, dudo que sea difícil

―Créeme que si

―Pero sabes, después de lo tuyo con Federico, lo dejé un tiempo, quería estar ahí para ti.

―No te creo.

―De verdad, además que salía puro degenerado que pedía nudes. Oye ya no estoy para eso, quiero una relación estable, alguien con quien compartir mis días y noches. Alguien que no se vaya cuando salga el sol, que se quede a desayunar conmigo y toda una vida

―Santiago, eso es bellísimo.

Se me escapó una lágrima, de inmediato la quité. Aún estaba sensible por lo que había pasado con Federico.

―Creo que nuestro destino es no ser felices al mismo tiempo. Me alegro que hayas conocido a alguien lindo, por lo menos uno de los dos es feliz en estos momentos.

Se acercó y me abrazó con fuerza. En ese momento sentí como si mis partes rotas quisieran ser arregladas. Entonces lo comprendí, era tiempo de avanzar. Besó mi frente y sentí como mis ojos cristalinos se inundaban.

―Lo siento―me sequé las lágrimas, pero era inútil aunque lo hiciera no dejaba de llorar.

―Sácalo todo. Es tiempo de que lo hagas―colocó su mano en mi cabeza―Has sido muy fuerte estos meses, pero siento que no has llorado su partida.

Porque él no había sido testigo de todas las noches que lloré sola en mi habitación, maldiciendo su nombre, enojada conmigo por haber terminado con él cuando lo amaba con locura.

Secó mis lágrimas.

―Pero no me has dicho cómo se llama el susodicho― traté de sonreír, tenía que estar contenta por él, porque él había estado ahí para mí, ahora era tiempo de yo estar ahí para él.

―Esa es la cuestión. Es alguien que conoces―No me pasaba por la mente, quien pudiera ser―Es Armando.

― ¿Armando? ¿El Armando que nos encontramos en el aeropuerto? ¿Ese armando?

Él asintió

―No puede ser, si que el mundo si es pequeño.

Como parte de mi proceso de duelo para superar mi rompimiento con Federico, Santiago me dijo que me sentará a escribir, que escribiera como me sentía en esos momentos. Lo que la ruptura me hizo sentir. Todo. Lo que había pasado con Federico. Nunca había escrito sobre mis sentimientos. Y fue, de alguna manera, liberador. Aunque la novela que estaba escribiendo tomó otra dirección, algo más histórico y feminista, porqué primero escribí la historia como una novela y esa historia la transformé en un guión. Fue doble trabajo, pero necesitaba hacerlo de esa manera para sanar. Fue un proceso largo, de meses de trabajo, pero todo el tiempo Armando estuvo al pendiente de eso. Cuando al fin escribí el punto final se lo mandé. No tardó en mandarme sus anotaciones, trabajamos en ello y cuando ambos estuvimos de acuerdo en el producto final, llenamos los requisitos y mandamos el guión a la convocatoria justo a tiempo.

Pasó cerca de medio año para que obtuviéramos los resultados y nuestro guión había ganado la convocatoria de la productora, así que haríamos realidad nuestro sueño. Armando dirigiría la película y yo vería algo que yo escribí en las pantallas grandes.

Tres años después

Estaba en la Ciudad de México, al día siguiente tomaría un vuelo demasiado temprano y había volado desde Guadalajara para esa ciudad. Viví aquí unos meses en el departamento de Armando, cuando estuvimos grabando Votos de cristal, durante la post producción y cuando todo eso terminó me regresé a mi vida a Lagos; no pasó mucho tiempo, cuando la película comenzó a tener aceptación y comenzaron a invitarnos a ruedas de prensa, premieres y premios. Así que para no descuidar el negocio, que tanto trabajo me costó sacar adelante decidí venderlo a alguien de confianza. Don Gustavo, mi ex abuelo, quien no quiso del todo y me dejó como socia de La cafebrería, así que en parte seguía siendo mío.

Con el tiempo Santiago y Armando formalizaron su relación y mi mejor amigo no tardó en mudarse a la ciudad con su hombre. Renunció a su empleo en Lagos, buscó uno nuevo y desde entonces los dos vivían juntos. Había pasado de verlo todos los días a llamarnos todos los días.

Mi teléfono comenzó a sonar.

― ¿Estás viendo lo mismo que yo? ―preguntó Armando al otro lado de la línea. En la televisión estaba un reportaje acerca de la película que hicimos, que sería exhibida en Cannes, junto con otras de alto nivel, entre ellas la película que Cabrera dirigió, es decir, la película en la que salía Federico.

―Claro que sí―respondí―. Me siento en un sueño. No puedo creer que nuestra película vaya a ser expuesta junto a la Cabrera. Es un sueño.

―Sí, es por Cabrera y no porque en ella sale tu hombre―escuché a Santiago al fondo de la llamada, pero decidí ignorarlo.

―Lina, créelo. Eres muy buena en lo que haces. No sé porque dejaste de hacerlo. Quiero decir, pasó lo de tus padres, pero pudiste dedicarte a ello como un hobbie, para que no perdieras el gusto.

―Una toma sus decisiones.

― ¿Estás lista para nuestro vuelo de mañana? ―cambió de tema y lo agradecí.

―Sí, estoy algo nerviosa es la primera vez que viajo al extranjero.

―No te preocupes no estarás sola. Santiago y yo estaremos contigo.

Escuché unas risas de fondo. Sin duda eran de Santiago.

―Dile a Santiago que estoy molesta con él, porque vio la noticia y no me llamó para felicitarme por tremendo guión que hice.

―Eres la mejor, ¿eso quieres escuchar? ― me lo pasó ―¿Para que quieres que te lo diga si sé que lo sabes?

―Gracias por obligarme a escribir ese guión como terapia por lo que pasó con Federico.

― ¿Cómo estás? ¿Sabes que Federico también estará en canes la misma semana que nosotros. Es imposible que no se encuentren.

No había pensado en eso hasta que él lo menciono.

<<Sí, claro>> miéntete todo lo que quieras.

―Bien, como debería de estar. Ya pasaron 3 años.

―Pero no lo has olvidado.

―Ninguno se ha olvidado―se escuchó a Armando de fondo. Escuché como Santiago lo calló. Los dos eran igual de imprudentes, dejaran de ser casi esposos.

―No pasa nada, lo veré lo saludaré y hasta ahí. No hagan un gran alboroto.

―Ya lo veremos. Nos vemos mañana temprano en el aeropuerto―dijo al colgar.


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