Hacía unos doce años, Adaego se encontraba en una iglesia. La luz triste de Inglaterra pasaba por las vidrieras, iluminando todo de una forma realmente impactante. Ella no era creyente, pero buscaba un milagro. Buscaba una respuesta. Buscaba un dios al que rezar, al que culpar y al que consultar. Su familia la había mandado a estudiar a Inglaterra, lejos de su pueblo, lejos de quién era. Necesitaba culpar a algo más por aquello, por sentirse tan distinta, tan perdida en aquel frío lugar.
Mientras observaba las vidrieras, en búsqueda de aquel dios, empezó a escuchar a una mujer pidiendo ayuda. No hablaba inglés. Hablaba, de hecho, su lengua materna. Ella se giró, ilusionada al oír el idioma que le recordaba a su hogar.
Se acercó a aquella mujer que tan sólo estaba pidiendo ayuda para encontrar la parada de autobús. La acompañó hasta ella. La mujer era bastante interesante, tenía unos sesenta años y su hijo había conseguido traerla después de tener un trabajo allí. Estaba ilusionada por el cambio, pero apenada por no entender nada. Adaego, en ese corto tiempo, le intentó explicar lo básico para sobrevivir.
Finalmente, el autobús que la mujer esperaba llegó. Antes de montarse, como agradecimiento, le dio a Adaego un amuleto. Una pequeña figura Orungán. Mientras la mujer entraba al autobús, Adaego se quedó observando el amuleto, preguntándose si aquel era el dios que estaba buscando. Metió su mano en la mochila y sacó otra figura, otro dios de la religión yoruba. El dios Changó. La figura que le había dado su madre, diciendo que le rezaría todos los días para que él le protegiera. "No sé si podrías escucharlos antes, pero ahora sí podrás": comentó aquella mujer, con una amplia sonrisa. Adaego la miró extrañada, pero cuando iba a contestar, el autobús ya se había ido. Al día siguiente, como indicó aquella mujer... Empezó a escuchar las voces de aquellos dos dioses cuando estaba en estado de trance o conectando con la naturaleza.
Después de aquello y siguiendo sus indicaciones, se dio cuenta que, ayudando a los suyos, volvía a sentir la calidez de su hogar. De ahí, empezó una trayectoria que le llevó a aquel puesto de traductora diplomática, a aquella relación con un hombre mayor que ella pero que no le importaba, a aquella mirada que ocultaba rabia por parte de su cuñada y a aquella chica con pelo rizado, que la miraba con interés y alegría.
Estaban sentados en la terraza, con vistas a la playa Amarilla de Águilas y al peñón de Isla del Fraile. Por un lado, estaban su amado y ella, por otro, enfrente, Paula y Sibila. Como si estuvieran enfrentados. Como si en la siguiente conversación, se viniese una guerra.
-Hemos venido porque necesitamos ayuda. Tu ayuda, Adaego - indicó Paula, con firmeza
Adaego se emocionó por un momento. Sentía que al fin conseguiría el afecto de su cuñada. Sin embargo, ahí se presentaron esos dos dioses que la cuidaban desde el día siguiente de dejar a aquella mujer en la parada de bus. Ella no podía verlos y si no estaba en estado de trance, le era difícil escucharlos con claridad. Sin embargo, eso no le pasaba a Sibila, la cual dio un bote al verlos.
¿Cómo no asustarse? Orungán era un hombre de raza negra, suavemente fornido, vestido de una forma sumamente llamativa y extraña para ella. Changó, era un ser hermafrodita, con los pechos cortados, vestido como un guerrero procedente de la prehistoria africana, con tonos llamativos y con una espada, una pluma, un cáliz, un rayo y una rama de olivo grabados en la tela. Además, una espada y un hacha de doble filo estaban atadas a tu espalda. No era de raza negra, sino una mezcla entre todas las razas existentes. ¿Quién se encuentra a esas dos orishas de repente y no se asusta?
-¿Qué ayuda? Tenemos que centrarnos en los juegos. No me fío de los dioses griegos - comentó Orungán.
-¿Cómo qué centrarnos en los juegos? ¿También participáis? - preguntó Sibila, metiéndose donde no la llevaban
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La elegida de Poseidón
Teen FictionLos dioses griegos han discutido sobre quienes son los mejores humanos. Para comprobarlo, han diseñado unos juegos, cada Dios ha elegido a un humano para ser su representante. Nerea es la elegida de Poseidón, y realmente no sabe muy bien qué signifi...