Capítulo cinco: Insensible [Parte I]

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Una y otra vez, en su interior, [Tn] pedía, cual niña pequeña aterrorizada por el monstruo del armario, que por favor éste desapareciera

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Una y otra vez, en su interior, [Tn] pedía, cual niña pequeña aterrorizada por el monstruo del armario, que por favor éste desapareciera.

Tragó saliva cuando la enorme mano se posó en su hombro para hacerla girar con brusquedad. En un abrir y cerrar de ojos, fue tomada por el cuello y estrellada en la pared. Gimoteó al sentir el dolor en su espalda.

—¿Intentabas huir de nuevo, gatita? —le reclamó el hombre de rostro desconocido. [Tn] advirtió una horrible sensación de déjà vu; no podía ver nada, tan sólo una tenue silueta a contraluz—. ¿Cuándo vas a comportarte? —le preguntó al mismo tiempo que la liberaba para ponerse de cuclillas frente a ella.

—¿Cuándo vas a dejarme ir? —le cuestionó, desafiante. No iba a darle el gusto de demostrarle su miedo, eso nunca. Antes muerta que sumisa.

—De nuevo con eso... —suspiró, tratando de no sulfurarse—. ¿Qué parte de «me perteneces», no te ha quedado claro gatita?

—¡¿Y tú, cuándo vas a comprender que no soy de tu maldita propiedad?!

Doflamingo se relamió el labio superior tratando de no sonreír pero le fue imposible.

[Tn] lo había ofendido tanto, y sin embargo, ahí estaba él, adorando que ella le plantara pelea.

Hacía mucho tiempo, Doflamingo había enviado a Gladius al Maid Café para comunicarle a [Tn] que su amo deseaba hablar con ella. La chica lo rechazó con tanta amabilidad que, lo hizo sentir humillado; y eso que, ni siquiera había sido el receptor de tales palabras él mismo. Era la primera vez que una mujer no acudía a su llamado.

No obstante, Doflamingo decidió dejar pasar el agravio y envió nuevamente a Gladius, quien una vez más regresó a él con la misma respuesta: «Me siento halagada y agradezco el interés de su amo, pero no quiero relacionarme con nadie que se haga llamar tal cual por sus sirvientes».

Una sola vez se atrevió a entrar en el Maid Café usando ropa normal y corriente y una túnica con capucha. Ella lo atendió con una sonrisa que lo desarmó. Ni siquiera fue capaz de hablarle, solo asentía cuando ésta anotaba en su pequeña libreta lo que en el menú él señalaba. Incluso lo llegó a creer mudo, cosa que a él le causó gracia pero no dijo nada.

Se demoró en el sitio mucho más de lo que un cliente habitual habría podido, y todo porque adoró contemplarla moviéndose con gracia de allá para acá. Consumió lo que se le ocurrió mientras pretendía leer un libro, mientras que sus ojos la seguían, ocultos, detrás de las gafas negras que ese día usaba.

Cuando casi era la hora de cerrar, él intentó darle una propina que la joven rechazó, porque simple y sencillamente era «demasiado» para ella. La declaración que a continuación escuchó de esos labios carnosos «con saber que lo he atendido bien me basta, señor», fue algo que lo estremeció, aunque no sabía por qué.

Esa noche, Doflamingo se limitó a asentir, aunque dejó sobre la mesa todos los billetes después de que [Tn] le dedicó una última sonrisa amable antes de darle la espalda. Debía dejar todo limpio para el siguiente día, cuando él ya no encontraría el valor de presentarse ante ella.

DE MI PROPIEDAD ━━ [En curso] 《91》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora