Día 2: Los otros pecados

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El tiempo se escurrió entre sus dedos. Asmodeus poseía una noción inusual del paso de los días, meses o años. Al igual que para el resto de los pecados, el pasar del tiempo no era nada para él. No obstante, comenzó a trabajar en su reloj de arena mental desde que conoció a Fizz.

Fizzarolli estaba con él, habían pasado unos cinco años desde que lo conoció y apenas unos meses desde que vivían juntos. Y empezó a priorizar sus necesidades y aprender sobre los imp, los cuales sanaban lento y vivían rápido. Tenía que ser paciente e introducirlo a su mundo poco a poco para no abrumarlo, ya que el pequeño nunca había conocido nada igual antes.

Allí estaba su pequeña ranita preciosa, sujetando su mano fuerte y portando una mirada nerviosa e incómoda, la cual clavaba en el piso.

La reina Beelzebub, soberana del anillo de la Gula, entró abriendo las grandes puertas del salón del palacio y causando un escándalo de brillos y colores dorados mientras revoloteaba con sus alas de insecto. Por detrás de ella, una preciosa demonio con rasgos de oveja y tonalidades de lana rosadas y moradas caminó con lentitud y parsimonia. La segunda reina en el salón se trataba de Belphegor, la suprema del anillo de la Pereza.

—¡Con que este es tu nuevo bebé de azúcar! ¡Es adorable, Ozzie! —la chica con apariencia de zorro y abeja se acercó con gran entusiasmo hacia su preciado amigo, Asmodeus, y luego se plantó en el suelo para mirar desde arriba al pequeño imp—. Nunca estuviste con alguien de otra raza por tanto tiempo antes, es una ternurita. Mi nombre es Bee, pequeñito. Encantada de conocerte.

La desbordante energía de la reina causó que Fizzarolli retrocediera con inseguridad y temor. Tal vez para ninguno de ellos tres significaba nada, pero para Fizz, eran tres jodidos gigantes llenos de poder y fuerza. Sus tamaños eran impresionantes y la energía espiritual demoníaca que irradiaban esas mujeres era algo de otro mundo. Estaba acostumbrado a sentir a Ozzie, sin embargo, era muy diferente con otros reyes o cargos de la realeza.

Fizz se aferró con fuerza a las ropas de Ozz y se ocultó tras sus piernas por instinto. Era la primera vez que veía a las reinas en persona, a otros pecados capitales además de Ozzie y Mammon. Y el aura de Mammon era aterradora y cruel. Los pecados eran intimidantes para razas tan débiles como la suya después de todo.

Asmodeus se enterneció ante su gesto, porque todo aquello era normal. Eran muchos cambios para Fizz, quien fue dado de alta de la clínica hacía poco tiempo. Era un imp joven, con apenas veinticuatro años. Era un adulto, pero la mayoría de su adolescencia y adultez prematura había sido corrompida por su accidente. Además, era un ser tierno, herido y sensible. Debía protegerlo y exponerlo poco a poco a su mundo.

—Supongo que los milenios me han cambiado un poco —comentó Ozzie hacia sus compañeras, les sonrió y luego acarició con suavidad la cabeza de Fizz, solo para darle valor—. Vivir reventándome ya no es mi estilo y necesito un poco de estabilidad.

Beelzebub recobró la compostura y se colocó al costado de Belphegor, quien seguía observando curiosa y extrañada al ejemplar de imp. Ambas conocieron a muchas de las parejas de Ozzie, mujeres y hombres de muchas razas diferentes, aventuras y criterios serios, eventualidades y cosas de años. Todo siempre fue sexo. Los períodos, aunque fueran cortos o largos, siempre acababan.

No estaban seguras de que pretendía Ozzie con ese imp, no sabían si sería como los demás o si tarde o temprano se aburriría de él. Lo único que podían hacer, como sus eternas compañeras, eran intentar comprenderlo.

—Y... ¿Mammon sabe de esto? —Bee hizo la pregunta incómoda que todos pensaban, miró a la Lujuria a los ojos y torció una mueca de inseguridad—. Se volverá loco y te matará.

Había un par de cuestiones complicadas que interpelaban a Fizzarolli y lo hacían un demonio particular. Por ejemplo, su contrato con Mammon, el rey de la Codicia. Estaban seguras de que no estaría nada feliz de enterarse de que Ozzie había adoptado a su socio comercial como nuevo bebé de azúcar.

Fizzarozzie week 2024 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora