El golpe en la mesa resonó en el lugar, sumiendo todo en un completo silencio. La tensión creció entre los dos protagonistas de la disputa.
—Somos una de las casas más importantes de este sagrado bosque —sus ojos inyectados en furia se dirigieron al segundo hijo, quien no apartaba la mirada a pesar de que era lo único que deseaba hacer—. ¡Deberías estar entrenando! ¡No conversando con los sirvientes!
En una hilera se encontraban dos chicas y un chico, vestidos con trajes blancos, la indumentaria de quienes servían en la casa de Leo.
El trío mantenía la cabeza baja, en señal de sumisión. Leo podía sentir el miedo emanando de sus cuerpos; se arrepentía de haber metido a los chicos en un lío con su padre.
—Déjalos en paz. Fui yo quien se saltó el entrenamiento y decidió venir a conversar con ellos —trataba de mantener la mirada a su padre, pero haber vivido 18 años bajo su miedo más grande no era fácil—. Haré el doble de horas de entrenamiento...solo deja que se vayan.
Su padre, Lionel, había estado en una de las batallas más grandes de los tiempos y era bastante conocido. Aunque no por aquella batalla, sino por su fama de ser cruel, abusivo y frío.
Leo extrañaba a su madre todo el tiempo. Con ella, al menos, el rechazo y desprecio de su padre eran soportables.
Desde que su madre falleció hace tres años, su mundo se redujo a sus dos mejores amigos: Capricornio y Géminis. Aunque ni eso tenía, ya que no los había visto en un año.
La voz de su padre lo sacó de su ensoñación.
—Harás el triple de horas —lo miró con desprecio y luego giró la cabeza hacia los sirvientes—. Ustedes serán desterrados de la casa de Leo.
Los sirvientes, antes paralizados de miedo, se agacharon en busca de perdón.
—Por favor, mi señor —las lágrimas brotaron de los ojos del chico—. Se lo suplico, tengo una madre enferma. No… ¡No me exilie! ¡Se lo imploro! ¡Perdóneme!
Leo, con un nudo en la garganta, sintió una vez más la impotencia calar en su cuerpo. Lo último que vio fue cómo los guardias de su padre se los llevaban.
—Esto es lo que ocurre cuando no cumples con tu deber —se abrió paso, golpeando su hombro en el proceso—. Eres una decepción. Tu hermano no perdía el tiempo inútilmente.
Leo intentó no llorar. En su mente solo estaban sus dos amigos, anhelando desesperadamente un abrazo que lo reconfortara. Pero no los había visto en casi un año, y hasta que no cumpliera las expectativas de su padre, no veía posible reunirse con ellos.
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No podía estar más agradecido con la vida. Estar bajo techo, con una familia acogedora, compartiendo la mesa, lo hacía sentirse afortunado por lo que tenía en el presente.
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𝔈𝔩 𝔅𝔬𝔰𝔮𝔲𝔢 𝔡𝔢 𝔩𝔞 ℭ𝔞𝔰𝔞 𝔡𝔢 𝔞𝔯𝔦𝔢𝔰 | Zodiaco Bl
Фэнтези⚝⚝⚝⚝⚝⚝⚝⚝⚝⚝⚝⚝ ❜❛En los confines del Bosque de la Casa de Aries, en el corazón mismo del bosque, se alza un majestuoso árbol rodeado de llamas azules. Sus ramas parecen tocar el cielo, y sus hojas brillan intensamente como estrellas. El equilibrio en...