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Se encontraba sentado en la mesa, rodeado por los representantes de las otras casas zodiacales

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Se encontraba sentado en la mesa, rodeado por los representantes de las otras casas zodiacales. La sala, iluminada por la luz tenue de las velas, estaba impregnada de un aire solemne. El murmullo constante de voces resonaba en sus oídos como un enjambre de abejas.

El dolor de cabeza que había comenzado como un leve zumbido ahora se había convertido en un martilleo persistente, cada palabra que salía de la boca del individuo al otro extremo de la mesa lo hacía palpitar con más fuerza.

Aquel hombre de cabello castaño y ojos penetrantes, cuya sonrisa parecía esculpida en falsedad, hablaba con una seguridad que rozaba la arrogancia. Sus palabras llevaban un veneno sutil que solo los más perceptivos podían detectar.

Cada representante mantenía una postura rígida, sus rostros una máscara de neutralidad. Sin embargo, bajo esa fachada, se podía sentir la corriente de desconfianza y rivalidad.

Géminis apretó los puños bajo la mesa, sintiendo la frustración burbujeando en su interior como un volcán a punto de estallar.

–"¿Por qué no puede simplemente callarse?"– pensó, mientras el hombre continuaba hablando sobre el equilibrio como si fuera el único tema relevante en el universo. Cada palabra que pronunciaba parecía querer en acabar con su paciencia.

El bosque tenía secretos.

Fixis, las criaturas etéreas que habitaban en los rincones más recónditos, desaparecían misteriosamente, dejando tras de sí un vacío inquietante.

El viento, siempre presente, llevaba susurros de inquietud y oscuridad, como si el mismo bosque intentara advertirles de un peligro inminente.

¿Solo él percibía estas señales? ¿Era el único que sentía el peso de la amenaza latente en cada brisa, en cada crujido de las ramas?

—Desde aquí siento tus ganas de matar —susurró alguien a su izquierda, su voz apenas un murmullo en el aire cargado de tensión. Era un pelinegro, con su cabello largo como un río oscuro y una mirada gélida que parecía atravesar el alma.

Géminis asintió involuntariamente, sus músculos tensos.

Capricornio, siempre práctico y observador, se acercó con cautela.

—Cálmate —aconsejó en un tono bajo pero firme, consciente de que la paciencia no era precisamente el fuerte de su amigo. Sus ojos, llenos de una calma, buscaban los de Géminis, intentando transmitirle serenidad en medio del caos.

El impulso de levantarse y enfrentar a la persona que tenía enfrente ardió en el interior de Géminis. Sin embargo, su tío, el líder de la casa, estaba justo a su derecha. No podía permitirse una muestra de desprecio tan evidente.

Así que se obligó a quedarse, aunque su mirada ya no era amable. Sus ojos, antes llenos de curiosidad y apertura, ahora eran dos pozos oscuros de irritación.

𝔈𝔩 𝔅𝔬𝔰𝔮𝔲𝔢 𝔡𝔢 𝔩𝔞 ℭ𝔞𝔰𝔞 𝔡𝔢 𝔞𝔯𝔦𝔢𝔰 | Zodiaco BlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora