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Oscuridad

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Oscuridad.

Se hallaba inmerso en una oscuridad absoluta, completamente desconcertado, venía soñando lo mismo durante dos semanas seguidas.

¿Qué debía hacer?

Corrió a través del vasto negro que parecía no tener fin, golpeando el suelo en busca de alguna señal, pero nada sucedía. La desesperación lo invadía.

Cuando estuvo a punto de sentarse y cerrar los ojos, sintió una brisa ligera acariciando su rostro. Percibió la burla en ella, como si le instara a seguir corriendo, y así lo hizo.

La brisa se transformó en un viento más intenso, y la burla persistía. Entonces, comprendió que esto no provenía de su sueño. Venía de afuera, y sospechaba quién podía ser, pero no podía despertar.

-¿En serio, no dormiste anoche?- Acuario sostenía una hoja que había caído de uno de los árboles que los rodeaban.

Había llegado al riachuelo hace veinte minutos, buscando a su amigo para almorzar, pero este dormía profundamente como si no hubiera un mañana.

Había intentado despertarlo de diversas formas: con una pluma en la nariz, soplando viento en su oreja e incluso arrojándole un poco de agua del riachuelo. Nada funcionó.

Así que optó por lo único que se le ocurrió: le propinó una patada en... en su lugar más sensible.

-¡POR TODOS LOS DIOSES, ACUARIO!- Aries se retorció como un gusano en la tierra, el dolor recorriendo todo su cuerpo.

Bueno, al menos había despertado pensó aries.

-¿Se supone que eres el guardián de este bosque?- se burló con sorna, arrebatándole la espada que estaba tirada a un lado de su amigo.

Aries se recompuso como pudo, apoyándose en el árbol. Observó a su mejor amigo mientras jugaba con la espada, realizando volteretas graciosas.

Era la única persona a la que había permitido empuñar su espada. Era un regalo de su abuelo antes de fallecer, y en su egoísmo, no había dejado que nadie más la tocara.

Pero Acuario era su mejor amigo, y verlo danzar y jugar con la espada era lo más relajante y hermoso que experimentaba de vez en cuando, a pesar de vivir rodeado de bellezas naturales en el bosque.

-Oye, te he estado llamando desde hace rato. Sé que soy irresistible, pero disimula un poco - Acuario se acercó y le tendió la espada. No lo admitiría, pero se sentía especial que fuera el único en portar el arma de Aries. - Otra vez soñaste lo mismo.

𝔈𝔩 𝔅𝔬𝔰𝔮𝔲𝔢 𝔡𝔢 𝔩𝔞 ℭ𝔞𝔰𝔞 𝔡𝔢 𝔞𝔯𝔦𝔢𝔰 | Zodiaco BlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora