No olvides que te amo

Sueño muy reales

Capitulo 9

Colin

Unas pequeñas manos tocaban mi pecho aún con la camisa puesta sentía el calor de su cuerpo su fricción, el sabor de sus labios y el delirio que causaban sus gemidos, perdidos en mis oídos.

Mis manos se perdieron entre sus caderas atrayendo la más a mi. Sentía su aliento, sentía su cuerpo y el susurro de mi nombre en sus labios.

Llevaba noches soñando con aquella mujer sueños húmedos llenos de placer, un placer que mi mente no dejaba de repetir.

La primera noche que soñé con esa mujer caminábamos por un bosque, la lluvia comenzó a caer ella lucía un camisón blanco que con la lluvia dejaban ver sus pechos, unos pechos grandes y muy bien formados.

Caímos ambos en el pasto mis manos tocaban su cintura, yo encima de ella con besos profundos y llenos de pasión.

Los sueños siguieron de esa misma forma durante días, hasta hoy que fue un sueño más intenso

Ella caminaba con un camisón blanco comenzaba a besarme apasionadamente sus manos acariciando mi pecho y ella a horcajadas sobre mi moviendo su cadera en un sin san de excitación

Nuevamente esa mujer me tenía así al punto de volverme loco de no saber quién era, en un momento mis manos tomaron sus caderas levantando la y entrando en ella, sentía lo apretado de su interior.

Cómo cada parte de ella se acoplaba a mi sus gemidos eran el sonido más placentero los movimientos de ella me llevaban al límite, cuando desperté y pude darme cuenta que todo fue un sueño.

Nuevamente esa mujer me tenía así al punto de volverme loco de no saber quién era.

— Buen dia, Colin— dijo mi madre al entrar en mi recámara — te encuentras bien, estás sudoroso y agitado.

Mi madre se acerco más y le pedí que se mantuviera ahí, la situación en mi era vergonzosa. Mi cuerpo estaba agitado por un sueño húmedo y mi entrepierna con una situación que no deseo que mi madre sea testigo.

— Hasta ahí madre, estoy bien solo necesito un momento.

— Está bien Colin, no tardes

Salió de mi recámara, sin antes darme una mirada de duda

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Más tarde en el jardín Gregory, Hyacinth, Benedict y yo jugábamos cartas

Sabía que hoy Penélope vendría, eso me hacía muy feliz la alegría que sentía cada vez que estaba con ella no la podría explicar con palabras.

Ella era luz, alegría llenaba cada rincón con su bella sonrisa. Durante el tiempo que deje de estar en contacto con ella pude apreciar su compañía y lo valiosa que era su presencia para mí.

Una parte de mi se sentía culpable por esos sueños húmedos, es curioso las veces que llegue a asistir a un burdel no era la misma sensación, solo vivía el momento.

Pero cada sueño se sentía diferente con una conexión que no tenía rumbo, eso me hacía sentir mal, sentía que algo en mi se rompía cada vez que estaba con Penélope

El juego entre mis hermanos era demasiado interesante y gracioso.

Hyacinth siempre les ganaba a todos, Gregory y su competencia por ganar y siempre se quedaba en el camino.

— Deberíamos apostar algo más que unos simples frijoles— Dijo Hyacinth sin quitar la vista de su juego.

—Ya no es suficiente con monedas, que necesitas o que es lo que requieres.— Dijo Benedict, dándome una mirada de complisidad, con intención de voltear el juego a Hyacinth.