T/N
Habían ya pasado tres meses desde que llegué a Pyongyang. Los tres meses más largos de mi vida. Solo quería que me dieran de alta para poder volver a Seúl. Quiero volver a verla.
Estaba sentado en la camilla, viendo por la ventana la sorprendente ciudad de Pyongyang. Frente a mí, se podía observar el río Taedong, que atraviesa la ciudad, igual que el río Han en Seúl. En estos tres meses, había leído muchos libros, era la primera vez que me interesaba tanto por la lectura, ya que aquí realmente no tenía mucho que hacer. He aprendido muchas cosas en la lectura: sobre historia, ciencia y filosofía.
Las visitas al hospital se habían convertido en una rutina. Cada mañana, Chaewon me acompañaba y se quedaba conmigo durante mis sesiones de fisioterapia, las consultas de neurología y las reuniones con la nutricionista. Los médicos y terapeutas eran muy profesionales y atentos, y aunque el tratamiento era duro, sentía que estaba mejorando poco a poco.
Un día, mientras esperaba mi turno para la fisioterapia, una joven estudiante de enfermería se me acercó. Tenía una sonrisa cálida y una actitud amigable.
"Hola, soy Hyunseo," se presentó, extendiendo su mano.
"Hola, soy T/N," respondí, estrechando su mano. "¿Estás aquí para aprender?"
"Sí, estoy haciendo mis prácticas aquí," dijo con entusiasmo. "He visto cómo te esfuerzas en tu tratamiento. Es inspirador."
Desde ese día, Hyunseo se convirtió en una presencia constante en mi vida en el hospital. Siempre tenía una sonrisa en su rostro y estaba dispuesta a ayudarme con cualquier cosa que necesitara. A menudo, se sentaba conmigo durante mis sesiones de fisioterapia, animándome y haciendo que el tiempo pasara más rápido con sus historias y su sentido del humor.
Una tarde, después de una sesión particularmente agotadora, Hyunseo y yo nos sentamos en el jardín del hospital para tomar un descanso. El sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de tonos naranjas y rosados.
"¿Cómo te sientes hoy?" preguntó Hyunseo, mirando el horizonte.
"Cansado, pero bien," respondí, tomando un sorbo de agua. "Gracias por estar aquí, Hyunseo. Has hecho que estos meses sean mucho más llevaderos."
"Es un placer, T/N," dijo ella con una sonrisa. "Sabes, he aprendido mucho de ti. No solo sobre la enfermería, sino sobre la fortaleza y la determinación."
Su comentario me hizo sonreír. A pesar de lo difícil que había sido este tiempo, conocer a Hyunseo y tener su apoyo había sido una de las mejores cosas que me habían pasado.
Las semanas pasaban, y cada día me sentía un poco más fuerte. Mis sesiones de fisioterapia eran menos dolorosas, y empezaba a notar mejoras en mi movilidad. Los médicos estaban satisfechos con mi progreso, y yo comenzaba a sentir que había una luz al final del túnel.
Un día, mientras Hyunseo y yo estábamos en el jardín, le hablé de Yujin.
"Hay alguien en Seúl que me espera," le dije, mirando el río Taedong. "Su nombre es Yujin. No le he contado sobre mi enfermedad, pero espero poder hacerlo cuando vuelva."
Hyunseo me miró con comprensión.
"Es difícil mantener algo así en secreto, pero estoy segura de que entenderá. Lo más importante es que vuelvas a casa y le digas la verdad."
Sus palabras me dieron fuerzas. Sabía que tenía que ser honesto con Yujin, y con el apoyo de mis hermanas y Hyunseo, sentía que podía hacerlo.
Finalmente, llegó el día en que el Dr. Kim me llamó a su oficina para darme las noticias que había estado esperando.