T/N
265 Días
Han transcurrido cien días desde que fui por última vez a Pyongyang. Hoy tengo que ir de nuevo para un último análisis. A medida que la fecha se aproxima, la ansiedad se hace más palpable, como un peso en mi pecho. La realidad de mi enfermedad se cierne sobre mí, recordándome la fragilidad de mi cuerpo. Debido a que mi enfermedad ya está muy avanzada, mi cuerpo es demasiado débil y me es imposible ir a Pyongyang solo, así que mi hermana Chaewon me acompañará.
[...]
Apenas salían los rayos del sol cuando sentí el leve brillo que entraba por mi ventana. Era demasiado temprano, pero sabía que debía prepararme para el viaje. Con cada minuto que pasaba, el nerviosismo crecía en mi interior, entrelazado con un sutil temor a lo desconocido. Ya tenía listas mis cosas, solo tenía que esperar a que fuera medio día. Sin embargo, el vacío en mi estómago exigía atención, así que decidí salir de mi habitación y dirigirme a la cocina para preparar algo de comer.
Mientras me movía por el hogar, cada paso resonaba con la nostalgia de los momentos pasados. Hice un desayuno ligero: un tazón de arroz y un poco de kimchi. Después de disfrutar de mi comida en soledad, volví a mi habitación, sintiendo que esos simples actos de rutina se volvían cada vez más significativos. El momento de quietud se volvió una especie de refugio donde podía permitir que mis pensamientos fluyeran libremente.
[...]
Ya era casi medio día, faltaba poco para irme a la otra ciudad. Estaba perdido en mis pensamientos, recordando todo lo que había pasado en los últimos meses. Recorrí mi memoria en busca de momentos felices, de risas compartidas con Yujin y de las dulces palabras de ánimo de mis hermanas. Sin embargo, la sombra de mi enfermedad se interponía entre esos recuerdos y el presente, haciendo que la luz se desvaneciera un poco más con cada día que pasaba.
Después de un rato, decidí que para matar el tiempo, me daría un baño. Busqué entre mi ropa algo que fuera cómodo para el viaje, eligiendo una camiseta de algodón y un par de pantalones suaves. Con eso en mente, me dirigí al baño donde el agua tibia me esperaba. Mientras el vapor llenaba el espacio, me dejé llevar por la calidez del agua y el suave murmullo de mis pensamientos.
Mientras el agua caía sobre mí, mi mente vagaba hacia Yujin. Recordé el momento en que se enteró de mi enfermedad, la forma en que su rostro se tornó grave y preocupada. Pensé en cómo había tratado de protegerla, en la manera en que intenté terminar con nuestra relación. Pero, por más que quisiera ser fuerte, no podía ignorar el profundo amor que sentía por ella, un amor que crecía a pesar del dolor y la incertidumbre.
El agua corría, pero mis lágrimas se mezclaban con ella. Era un momento de vulnerabilidad en el que cada gota que caía se sentía como un lamento silencioso por lo que estaba a punto de perder. La idea de dejar a Yujin atrás, de separarme de mis seres queridos, era insoportable. Las dudas se apoderaron de mí: ¿podría soportar el peso de su tristeza si me alejaba?
[...]
Al terminar mi baño, me sequé el cuerpo y me vestí, sintiéndome un poco más ligero pero aún atrapado en la maraña de mis pensamientos. Antes de salir, Chaewon me llamó, informándome que ya faltaba poco para que nos fuéramos. Tomé mis cosas que ya tenía listas y salí al encuentro de mi hermana mayor.
"¿Ya tienes todo listo?" me preguntó, con una mezcla de preocupación y determinación en su mirada.
"Sí, ya no me falta nada", respondí, intentando transmitir un aire de calma que no sentía del todo.
"Bien, el tren sale en media hora, así que aún tenemos tiempo de llevar-"
Chaewon no pudo terminar de hablar porque alguien tocó con fuerza la puerta de la entrada. Minju abrió la puerta, dejándonos ver a Yujin, completamente agitada, como si acabara de correr varios kilómetros.
Rápidamente, me acerqué a ella, ansioso por saber qué sucedía.
"Yujin, ¿estás bien?" le pregunté, notando cómo su respiración entrecortada reflejaba su apuro.
"Yo... quería darte esto... antes de que te fueras," dijo, extendiendo la mano para ofrecerme una delicada caja de madera.
Tomé la caja con cuidado y la abrí. Dentro, encontré un hermoso corazón de madera tallada, en el que estaba grabado mi nombre, Kim T/N.
"Dale vuelta," me dijo con una sonrisa nerviosa.
Hice lo que me pidió, y al ver el reverso del objeto, el nombre de mi novia, Ahn Yujin, hizo que una pequeña risa se formara en mi rostro, iluminando mi corazón en medio de la tormenta que me rodeaba.
"Mi padre me ayudó a hacerlo," explicó, con un brillo en sus ojos. "Lo intenté hacer yo misma, pero me quedó horrible, así que le pedí ayuda."
"Es muy bonito," le dije sinceramente, sintiendo que ese pequeño gesto contenía un mundo de amor.
"¿En serio lo crees?" preguntó, su voz llena de esperanza y alegría.
Se acercó más a mí y me abrazó, un abrazo que llenó el vacío de mis pensamientos.
"Te voy a extrañar," susurró cerca de mi oído, su voz temblando. "Por favor, vuelve pronto."
"Yo también te extrañaré. Aunque serán solo unos días, te lo prometo," respondí, tratando de ser firme, a pesar de la incertidumbre que se avecinaba.
"¿Lo prometes?"
"Lo prometo," le aseguré, sintiendo que ese pequeño intercambio era un hilo que nos unía en medio del caos.
Minji aclaró su garganta para hacernos saber que mis hermanas seguían ahí, recordándonos la realidad que nos esperaba.
"Seguimos aquí," dijo mi hermana menor con una sonrisa juguetona, intentando aligerar el ambiente.
Rápidamente, Yujin y yo nos separamos, algo avergonzados por el momento compartido.
"T/N, ya es hora de irnos," me recordó mi hermana tocando suavemente mi hombro.
"O-oh, claro," respondí, sintiendo cómo la inminente despedida se hacía más real con cada palabra.
Después de eso, todos salimos del lugar, en camino hacia la estación de tren. Mi corazón latía con fuerza mientras el momento se acercaba, y las emociones se agolpaban dentro de mí. Una vez allí, me despedí de mis hermanas, Minju y Minji, y de Yujin nuevamente. Las palabras de despedida eran difíciles de articular, como si cada sílaba estuviera envuelta en una capa de tristeza.
Chaewon y yo entramos al vagón que nos correspondía. Buscamos nuestros asientos, que estaban en uno de los primeros vagones del tren. A medida que el tren comenzaba a moverse, miré hacia afuera, viendo cómo Seúl se desvanecía, sintiendo que parte de mi corazón se quedaba atrás.
[...]
♠️Felix♠️