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Hoy había tenido un día muy activo, no sabía si la gente se puso de acuerdo para caerle en menos de 1 hora más de 6. Se había estresado mucho en tan poco tiempo, y para terminar su desgracia su recepcionista había renunciado solo por no dejarla salir antes de la hora, si la había acostumbrado a eso por qué a una cierta hora ya no llegaba la gente todo era por cita previa.

Ahora tenía a el mismo chico que hace una media hora quizá le ayudo a pasarse a las sillas.

—¿Podría trabajar aquí?—. Preguntó el joven rubio. —Mire le garantizo que no tendrá problemas conmigo, soy una persona muy activa y me gusta tener las cosas en orden—. Quería en trabajo, no necesitaba el trabajo.

El pelirojo no decía nada, solo se quedo parado enfrente del rubio. Kaminari sentia que el oxígeno le faltaba con cada segundo que no le daban respuesta.

—Perdon, me deje llevar—. Acomodo sus cosas.  No sabía cómo actuar, no esperaba a alguien literalmente a los 5 minutos de que pegó el anuncio. —Permitame, siéntese vengo rápido —. Fue a su oficina, iría por los papeles para formalizar el contrato.
—Donde deje el folder—. Buscaba entre sus papeles el folder con los datos de su anterior recepcionista.

Sintió un peso menos en si, le daba más tranquilidad saber que al menos le iba a dar la oportunidad de ver si estaba apto

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Sintió un peso menos en si, le daba más tranquilidad saber que al menos le iba a dar la oportunidad de ver si estaba apto. Se sentó en el sillón que estaba en la sala de espera. Tomo su teléfono, no tenía nada mejor que hacer. El teléfono de la recepción comenzó a sonar, no le importó mucho, después volvió a sonar, por segunda vez, miro a todos lados, tal vez si hacía algo relacionado con el trabajo, tendría más oportunidad.

Seguramente de si mismo tomo el teléfono.

—Recepcion del consultorio, ¿Con quién tengo el gusto?—. Preguntó sobre la línea. Del otro lado se escuchaba una niña o niño jugando.

—Si, buenas tardes, soy paciente del Dr. Llamo para agendar la cita de mi hija, sería la tercera vez que voy—.

Con cada palabra que decía el hombre del otro lado de la línea, buscaba una libreta o algo, como una agenda. Al final la encontró.

—¿Para cuándo le gustaría su cita?, tenemos libre mañana a las 3 de la tarde o una a las 9 de la mañana de  la próxima semana—. Preguntó el rubio.

—Para el día de mañana está bien—.

—¿A nombre de quien le agendo la cita?—. Preguntó mientras anotaba en el espacio de la agenda.

—Katsuki Bakugou, eso sería todo, le agradezco—.

La respuesta lo hizo vibrar un poco, no sabía que el rubio que conoció en el trabajo tuviera hermanos más pequeños.

—Lo esperamos mañana, favor de llegar 10 minutos antes de su cita, buena tarde—. Colgó el teléfono anotando en la agenda los datos de su amigó. Giro su mirada, un sonrojo de vergüenza se le dibujó en el rostro. —Yo... Eh... Lo siento...—. Se disculpó agachando la mirada.

Asistente Personal. //BakuDeku// Omegaverse.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora