4. Mesa para dos

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Entré a la oficina de Michael como un toro rabioso. Él negó con la cabeza mientras hacía una mueca de desaprobación.

-Déjame terminar de hablar cuando te llamo por teléfono, Megan.

Me siento frente a su escritorio, desesperada.

-Dime todo, con detalles.

Michael gira la cabeza, y entonces lo noto: no estábamos solos.

-Megan, él es el inspector Gonzáles. Está a cargo del caso. Le conté tu historia y accedió a escucharte.

El inspector Gonzáles me saluda con un ademán de cabeza.

-¿Nos dejas solos, Michael?-pide, escondiendo en su tono de pregunta una inconfundible orden.

-Por supuesto-Michael sale de su propia oficina.

El inspector Gonzáles se enfoca en mí.

-Así que, Megan. Fuiste violada hace siete años, ¿Correcto?

-Si, señor.

-¿Qué es lo último que recuerdas?

-Despertar dentro de una tina, llena de moretones, sangrando...

-Según la declaración de Elena Smith, dicha tina estaba en una casa donde también se celebraba una fiesta, ¿Correcto?

-Si. Según lo que Elena me contó fuimos a esa casa cuando cerraron la discoteca. Conocimos a un muchacho que nos llevó hasta allá, pero como le digo, yo no recuerdo nada.

-¿La policía habló con ese muchacho?

-Si, pero...no obtuvieron nada que ayudase en el caso.

El inspector Gonzáles pasa a la siguiente hoja de lo que al parecer era mi expediente.

-Había una cantidad exorbitante de rohypnol en tu sistema, me sorprende que sigas viva y que el único efecto secundario fuera la pérdida de memoria.

-Ese no fue el único efecto secundario, señor. Me jodieron la vida.

-¿Y tú crees que viniendo acá, sentándote con Michael a ver fotos de todos los violares de Inglaterra, vas a recordar?

-Es lo único que me queda, señor. La esperanza de recordar, ya que la policía no ha hecho nada por ayudarme.

-La estamos ayudando, señorita. Pero creo que ya es hora de que lo entienda.

-¿Entender qué?-sabía que su respuesta no iba a gustarme.

-No hay testigos, no hay rastros del proveedor de la droga, no hay huellas, no hay nada-me observa con una ceja alzada-. Es un caso perdido.

-¡Habían pruebas! Hallaron semen en mi interior y era de una sola persona, pero son unos incompetentes que perdieron lo único que tenía para defenderme.

-¿Se perdieron las pruebas?

-¿No lo dice el expediente, inspector?-suelto, rencorosa-. Las pruebas fueron robadas del laboratorio.

Suspira con cansancio, como si estuviera presenciando un berrinche adolescente.

-En tu declaración específicas que fueron cuatro hombres los que te atacaron esa noche, ¿Cómo estás tan segura si no recuerdas nada? ¿Y si todos te violaron por qué dices que sólo había semen de uno en esas supuestas pruebas que perdimos?

-No todos me violaron. Fue sólo uno-explico sin muchas ganas-. Tengo recuerdos. Son borrosos, pero a fin de cuentas son recuerdos, y en ellos dos hombres me sostienen las manos y otro los pies para que el restante pueda violarme. Y no diga "supuestas" porque esas pruebas existieron. No lo estoy inventando.

Las Cuatro Máscaras De MegDonde viven las historias. Descúbrelo ahora