Han pasado tres días desde que le cerré la puerta a Adam en las narices, y desde entonces evitarlo a sido mi tarea número uno. Esta semana he tenido que llevar a Ethan hasta el autobús porque mis padres han estado muy ocupados, y por primera vez en años mi hijo a sido el primero en llegar a la parada. Al menos eso se lo puedo agradecer a Adam. Apenas el bus se alejaba Ethan sacaba su manita por la ventana, agitándola para despedirse de mí hasta que lo perdía de vista, y era entonces cuando caminaba (al fin puedo decir caminar y no correr) hacia el trabajo. Cuando ya estaba cerca de la empresa de Adam cubría mi cuerpo con una inmensa chaqueta de mi padre y lentes oscuros, cruzando la calle hasta esconderme detrás de un poste de luz. Como todos los días, el chófer de Adam le abría la puerta, y él salía del edificio luciendo un nuevo y costoso traje, perdiéndose en el interior del auto no sin antes echar un vistazo a todos lados. Me quedo petrificada detrás del poste hasta que se aleja. Respiro profundo y continuo mi caminata hasta el trabajo.
Entro al café, retiro mi camuflaje para dejar a la vista el uniforme del trabajo y así empieza mi jornada matutina, rezando mentalmente para que Adam no venga a buscarme, aunque, pensándolo bien, ¿Por qué lo haría?
-Estás distraída-me dice Anna-. Llevas días distraída.
-Lo sé, es porque no he podido dormir bien-obvio era mentira-. Ethan tiene una obsesión con Bluey, ahora le cuesta dormir porque sólo quiere contarme los cien episodios que ve cada día justo cuando vamos a acostarnos-eso si era verdad.
-Meg, no sabes mentir-es su respuesta, golpeando mi hombro con el trapo para limpiar las mesas-. Es ese hermoso hombre lo que te trae así. Yo que tú dejo de hacerme la dura.
-¿Hacerme la dura?
-Lo investigué, y si te casas con él no tendrás que mover una mota de polvo hasta que mueras, ¡Tiene tanto dinero que no te lo puedes ni imaginar!
-¿Lo investigaste, Ann? No debías hacerlo...
-¿Te digo lo que sé?
-Con detalles, por favor-contesto, y aprovechando que no han llegado clientes me siento con una ligera sonrisa a chismear con mi amiga.
Ann saca su teléfono.
-¡Espera!-la detengo-. ¿El jefe no te dijo ayer que enviaras a los técnicos para arreglar las cámaras?
-Mi querida Meg, ¿Cuando los he llamado realmente? Están apagadas, apenas llegue el jefe enciendo de nuevo esos vejestorios.
-Eres la mejor.
Me tira un beso y prosigue:
-Es un niño rico de cuna, prácticamente un duque, su familia se codea con las personas más importantes del país, se graduó como chef profesional en la mejor escuela culinaria, ¡fue el primero en su clase! Y apareció en diversos programas de cocina. Es el empresario más joven y deseado de Inglaterra, ¡Incluso sale en la lista de los hombres más bellos del mundo!
-Es...demasiado.
-¡Y no he terminado!-Ann estaba emocionada-. El guapetón no tiene redes sociales, lo poco que se sabe de él es por un par de entrevistas que ha concedido. Dona mucho dinero a diversas organizaciones, le gusta ir al gym y supuestamente terminó con su novia hace poco.
Abro mucho los ojos.
-¿Dice quién es?
Ann me mira, ceñuda.
-¿De todo lo que he dicho sólo te importa eso?-sube y baja las cejas-. Pues lamento informarte que es un rumor, no hay nombre ni apellido, sólo una foto borrosa de él saliendo de un restaurante con una figura encapuchada detrás.
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Las Cuatro Máscaras De Meg
Teen FictionLuego de un evento traumático, Meg está decidida a cobrar venganza cueste lo que cueste, y Adam Abernathy, un empresario despiadado, parece querer ayudar. Sin embargo, él tiene para Meg una propuesta de lo más peculiar. "Entierra el pasado o el pasa...