Viernes 6 de octubre— ¡Buenas tardes! —Saludo un eufórico Nate, mientras entraba a la azotea con su alegría habitual.
Miro a Ethan, quien se encontraba recostado sobre una banca del lugar y con un brazo cubriendo su rostro de la luz, Nathaniel sabía que no se hallaba dormido pues noto como el pie del mayor estaba en constante movimiento, así que sin dejar su alegría se acercó al castaño.
—Te traje algo~ —Canturreo sonriente —Vine en el descanso, pero no estabas.
—Hoy no traje la guitarra.
—Entiendo —Asintió, aunque sabía que el mayor no lo miraba —¿Sabes que no usas tus redes sociales desde hace dos años?
Ethan quito su brazo de su rostro y miro al menor con los ojos entrecerrados, acostumbrándose a la luz natural.
—¿Buscaste mis redes?
—Así es —Sonrió y se sentó junto al mayor cuando este se sentó —Se supone que si seremos amigos debemos conocernos, y realmente no me eres de mucha ayuda con eso, a veces parece que el gato te comió la lengua, entonces decidí buscar por mi cuenta.
—No soy fan de las conversaciones que se tienen al inicio de una amistad, es de lo más incómodo, ¿Cuál es tu nombre completo? ¿Qué color es tu favorito? —Suspiro rodando los ojos —Preguntas con respuestas que al pasar el tiempo olvidas.
—Mi nombre completo es Nathaniel Min Hoffmann... ¿Lo olvidaras?
—Probablemente lo haga, ahora me cuestiono por qué llevas Min por nombre.
—Es coreano, mi madre es coreana.
—Interesante, pequeño Min fresa.
Nate rodo los ojos con una sonrisa.
—Regresando al tema principal, tienes razón en que las conversaciones suelen ser incomodas al inicio, sin embargo, no te costaría nada cooperar un poquito conmigo, aunque eso no es a lo que venía, si no a esto —Sonrió y dejo una caja sobre el regazo del mayor, sus ojos brillando en antelación.
— ¿Es droga?
—Por supuesto que no —Exclamo ofendido, el mayor solo se encogió de hombros y empezó a abrir la caja —Como estuve viendo tu Instagram encontré una foto de hace tres años exactamente, era un pastel que decía feliz cumpleaños, así que te hice un pastel de fresas —Sonrió.
Pero al contrario de lo que esperaba el rostro de Ethan permanecía inexpresivo.
—Ay no me digas ¿Eres alérgico? No lo sabía... Pero es tu culpa porque no conversas conmigo —Murmuro apenado, el solo había querido tener una buena acción.
—No es mi cumpleaños —Dijo Miller después de unos segundos en silencio.
—¿Qué? Pero la foto...
—No es mi cumpleaños —Repitió con voz dura, tomo el pastel y lo regreso al regazo de Nate.
—Pero yo... Lo hice para ti.
—No lo quiero.
—Lo entiendo... —Murmuro algo dolido.
El jamás había preparado un pastel, pero la noche anterior se había esforzado mucho en hacer el pastel para su nuevo amigo.
—Quita esa cara —Exigió el mayor.
—¿Qué cara?
—Esa que tienes, pareces un niño regañado.
—Me siento como un niño regaño... ¿De quién es el cumpleaños entonces? Una persona normal no subiría una foto de un pastel de cumpleaños por que sí, a menos que tengas una pastelería... ¿Acaso tienes una pastelería y por eso no quieres mi pastel?
Ethan suspiro, y miro al cielo un momento, este parecía más brillante que otros días, sin embargo, el sol no estaba siendo mostrado en todo su esplendor, pues la nubes lo cubrían.
—Es el cumpleaños de mi Nana...
—¿Tienes Nana? Bueno, eso no importa, puedes llevarle el pastel, juro que esta delicioso.
Ethan soltó una pequeña risa sin gracia, sonaba amarga realmente.
—Desearía hacerlo —Se colocó de pie y tomo su mochila mirando al menor —Lamentablemente no me es posible, ella falleció hace dos años.
El rostro de Nate decayó, la culpa haciéndose presente en su expresión.
Tienes que dejar de ser tan metido. Se reprocho mentalmente, mirando a Ethan avergonzado.
—Oh... Ethan yo... Perdón, no tenía idea... Debí preguntarte...
—Sí, debiste... Pero no importa, ahora vámonos.
El menor asintió y tomo sus cosas, ambos bajaron y caminaron directo a la salida de la escuela, cuando Nate se iba a despedir del mayor, este tomo la manga de su suéter y lo hizo caminar con el hasta un parque cercano, Nate lo observo confundido, en especial cuando se sentó en una especie de kiosco pequeño.
—¿Te vas a sentar o no, fresa? —Pregunto Ethan, el pelirrojo rápidamente asintió y se sentó junto a él.
Miller tomo el pastel nuevamente y miro a Nate.
—¿Tienes con que cortarlo?
—Si —El menor tomo su mochila y busco una cajita donde traía cosas para comer el pastel.
Después de que el mayor cortara el pastel ambos se dispusieron a comerlo, mientras que, por primera vez tenían una plática real.
Al final del día, cuando cada uno estaba acostado en sus respectiva cama, pudieron dormir bien y tranquilos.
En especial Ethan, quien había pasado por primera vez en los últimos dos años un cumpleaños de su Nana con tranquilidad y sin atormentarse, mientras que por otro lado Nate había podido conocer más del mayor.
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Nuestro destino
RomanceEthan anhelaba que el final llegara. Nathaniel disfrutaba cada día que pasaba. Ninguno creyó que sus caminos se cruzarían, sin embargo, no todo fluye como nosotros pensamos, el destino era sabio y aquel encuentro en aquella azotea había sido pre...