21. Te quiero

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11:21pm

Ambos habían permanecido al menos tres horas más en la playa recostados en la manta que tenían sobre la arena, abrazándose con timidez, pues, aunque ya eran unidos se sentían muy inexpertos y fuera de lugar.

Ethan miro su teléfono y al ver la hora abrió enormemente sus ojos.

—Fresita debemos regresar ya —Dijo colocándose de pie y ayudando al menor a hacerlo también —Es tarde, tu padre me matara —Se coloco su guitarra en la espalda y ayudo a Nate a sacudir la manta.

—No creo que se enoje ¿Qué tan tarde es?

—Ya van a hacer las once y media —Dijo notando como el rostro de Nate cambiaba, queriendo reír ante la expresión del menor.

—¡Es muy tarde! —Grito histérico, tomo la mano de Ethan entre la suya sintiendo lo perfectamente que encajaba y empezando a correr hacia la casa.

No tardaron ni diez minutos en llegar, entraron con sigilo con la intención de irse a sus respectivas habitaciones al ver las luces de la sala apagadas, sin embargo, estas se prendieron repentinamente haciéndolos sobresaltarse, ambos giraron sus miradas aterradas hacia el sofá, suspirando de alivio al ver que solo eran Jason y Daniel, ambos usando unas batas sobre sus pijamas, creyendo estar salvados.

—¿Dónde estaban? —Pregunto Dan, cruzando sus brazos sobre su pecho, su mirada fija por completo en Ethan, quien boqueo evidentemente nervioso.

—Estábamos en la playa —Contesto en cambio Nate, cruzando los brazos al igual que su hermano mayor.

—¿Por qué llegan tarde? —Paseo su mirada en ambos, deteniéndola en Ethan —Mamá dijo que regresaran a las diez y ya son las once y media, tiene suerte de que mis papás se quedaran dormido, o no.

Ethan trago suavemente saliva.

—Nos distrajimos conversando... Eso es todo.

—¿Lo es? —Pregunto ahora Jay, mirando a su mejor amigo y luego a el mejor amigo de este.

—Si, ahora dejen sus interrogatorio y váyanse a dormir, recuerda que me deben una —Sonrió Nathaniel, una sonrisita malvada que hizo a Jay y Dan levantarse con rapidez del sofá.

—No dices nada y no digo nada ¿De acuerdo? —Dijo su hermano mayor, extendiendo su mano al pelirrojo que acepto estrecharla con una sonrisa victoriosa.

—Trato —Rio dulcemente, observando a su hermano y cuñado huir escaleras arriba, dejándolo solo en la sala junto a Ethan, miro al mayor, y sonrío dulcemente, enamorado —Quiero enseñarte algo —Murmuró suavemente, tomo la mano de Ethan y lo llevo consigo a una habitación a lado de la sala principal, donde había un sofá, varios estantes de libros y en la esquina una cosa tapada por una gran manta blanca.

Nathaniel camino hacia la esquina, tomo la manta y la saco, estornudando suavemente ante el polvo que se dispersó por el aire, revelando un hermoso piano color blanco, sonriente se sentó en el banco y palmeo el lugar a su lado, Ethan sonrió y se sentó junto al menor.

—¿Acaso sabes tocar? —Pregunto al menor, mientras lo observaba levantar la tapa y acariciar las teclas.

—Si, mi abuela me enseño —Miro al mayor con una sonrisa y regreso la mirada al piano, coloco sus manitas sobre él y comenzó a tocar las notas iniciales de Sudden Shower.

Ethan lo miro con sus ojos brillantes, esperado que cantara la primera estrofa, sin embargo, esta nunca llego de la voz del menor, en cambió se quedó estático en su lugar, boqueando repetidas veces antes de mirar los ojos de su novio.

Byeol... Tu... Tu cantaste Sonaki... En coreano —Murmuro perplejo, apenas notando aquel tan interesante dato en la propuesta del castaño.

Ethan rio suavemente asintiendo.

—Fue tan difícil, pero quería que fuera especial, cambiar su idioma para cantarla se escuchaba lindo, pero quería que fuera especial.

—Lo fue —Sonrío con dulzura, sus manos acunando las mejillas del mayor —Fue lo más lindo que han hecho por mí, Byeol, muchas gracias.

—Lo hice porque te quiero, fresita, te quiero demasiado.

Los ojitos del menor brillaron cautivando por completo a Ethan, quien sin pensarle mucho junto sus belfos con los del menor, transmitiéndole todos los bonitos sentimientos que el pelirrojo creaba en su interior.

—También te quiero, muchísimo —Susurro Nate contra sus labios, antes de volverse a fundir en un dulce beso, tan inocente y puro como su amor.

Se separaron con felicidad, y Nate regreso su mirada la piano, empezandoa tocar de nuevo los acordes de aquella canción que ahora se volvía suya,cantándose mutuamente mientras se miraban con sonrisas enamoradas, sintiéndosefelices estando juntos. 

Nuestro destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora