CAPÍTULO 2

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Mi cabeza no paraba de darme vueltas mientras aún mantenía los ojos cerrados

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Mi cabeza no paraba de darme vueltas mientras aún mantenía los ojos cerrados. No sabía exactamente cómo era que aún podía sentir parte de mi cuerpo a pesar de la estrepitosa caída de antes. Pero eso sí, nada más que dolor. Sin embargo, cuando parte de mis sentidos empezaron a ser más claros que antes pude sentir debajo de mis manos como... ¿hierba? ¿pasto? Ante la confusión de dónde podía hallarme y mi estado, abrí mis ojos paulatinamente. La visión era totalmente borrosa y apenas podía ver con nitidez lo que estaba a menos de un metro de mí. Intenté levantarme varias veces, pero difícilmente podía aguantar mi propio peso durante unos pocos segundos. Volví a dejarme caer en el suelo aún con el cuerpo dolorido. Sin embargo, noté como el suelo empezaba temblar levemente como si algo se aproximara a mí. Volví a levantar la vista y pude ver como una gran macha marrón se acercaba hacia mí, no pude aguantar mucho más la vista y volví a desmayarme otra vez.

-No debe ser de esta zona -dijo una voz masculina.

-Parece ser, pero sus rasgos... No soy capaz de encontrar alguna similitud con los poblados de por aquí cerca.

Ante el sonido de unas voces totalmente desconocidas, abrí los ojos de golpe y me levanté inmediatamente provocando un susto a las personas que se encontraban allí. Pero el levantarme de una forma tan brusca sólo provocó que los mareos y el dolor se intensificaran, y volviera a caerme en la cama donde me encontraba. Estaba totalmente confundida y atemorizada.

-¿Donde estoy?-dije algo aturdida a la vez que me llevaba las manos a la cabeza masajeándola, intentando que el mareo se fuera de una definitiva vez.

-¡Se ha despertado! ¡¿Qué hacemos?!-murmuró un hombre barrigudo con unas gafas minúsculas, podría decirse que estaba temblando de miedo.

-Actuaremos de forma normal -le respondió otro hombre más alto que él, llevaba una larga túnica decorada con motivos tribales.

-¿Quiénes son ustedes? ¿Dónde estoy?

-Mi nombre es Leonardo, sacerdote de este pueblo y este es Don Mechas, atiende en la tienda de bombas... ¿y tú cómo te llamas joven?

-Loren...

-Encantado de conocerla Loren y, en respuesta a la segunda pregunta, estamos en Kakariko.

Inconscientemente abrí los ojos como platos. ¿Qué narices era Kakariko? Nunca había escuchado ese nombre en mi vida y dudo mucho menos que sea la población indígena de alguna zona de por aquí porque apenas hay. Empecé a temblar inconscientemente ante la confusión en la que me había metido. Era imposible que justo donde me caí hubiera alguna población, es decir, estamos hablando de que es una zona protegida que no puede vivir nadie, además, ¿no debería haber muerto tras la caída? ¿Esto era alguna especie de limbo? Porque si era así, que acabara de una vez.

-¿Cómo llegué aquí?-pregunté aún tirada en la cama, cierta parte de mí aún seguía muy asustada ante la situación en general.

-Vaya, parece que estás llena de preguntas pequeña-comentó Leonardo soltando una pequeña risa-. Ni tan siquiera yo lo sé, estaba buscando hojas medicinales junto con mi caballo cuando te vi inconsciente en el suelo. Decidí recogerte, sabiendo que ese sitio está plagado de monstruos...

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