CAPÍTULO 5

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La bienvenida tan brusca que nos había dado Midna al dominio de las sombras resultó en una estrepitosa caída al suelo, como aquella primera vez en la que se nos había introducido en ese mundo sin consentimiento alguno

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La bienvenida tan brusca que nos había dado Midna al dominio de las sombras resultó en una estrepitosa caída al suelo, como aquella primera vez en la que se nos había introducido en ese mundo sin consentimiento alguno. Una vez recuperé la compostura, el eterno ocaso me dio la bienvenida: el Bosque de Farone ya no mostraba una luz fresca y limpia que se filtraba por las hojas de los múltiples árboles; a pesar de emitir un color cálido, se sentía más fría y tenebrosa que nunca. Incluso parecía que mi estado de ánimo se había vuelto compañero de aquella aura tan... misteriosa, pero con malas vibras. Midna nos esperaba con los brazos cruzados, con una ligera mueca pícara en la cara. A medida que nos íbamos acercando a ella, comenzó a hablar.

-¡Bienvenidos otra vez al maravilloso dominio de las sombras! -exaltó abriendo los brazos de par en par- Sin duda el bosque que tan bien conocéis ha cambiado "ligeramente''.

A medida que Midna iba hablando, desenvainé la espada y me armé con ella junto con el escudo. Ese simple gesto me hizo sentir más segura conmigo misma, a pesar que mis habilidades con armas seguía siendo nula a pesar del encontronazo anterior con aquel ser de las sombras. Pero no tenía más remedio que utilizarlas de una manera u otra si no quería ser apaleada. A la vez que agarré con más fuerza la espada, la enana de flamantes colores en su cabello fijó su mirada en mí, para luego quedarse observando las armas.

-Mmmm, qué armas más simplonas las de vuestro mundo, ¿no?-mencionó Midna cambiando radicalmente su tema de conversación- ¿De verdad creéis que vais a poder vencer a los seres de las sombras con esto?

Sin apenas darme cuenta, me quitó la espada de las manos y comenzó a inspeccionarla. Su filo aún mantenía las manchas de sangre de aquel monstruo horripilante. No pude evitar que un escalofrío se deslizara por toda mi espalda de una punta a otra. A continuación empezó a dar espadazos al aire de una manera totalmente desordenada, parecía que quería atacar al aire mismo. Tanto Link como yo intentábamos que parara de realizar tan peligrosa maniobra, pero parecía imposible. Con un suspiro de cansancio Midna acabó tirando la espada al suelo, acabando esta a unos escasos centímetros de la cabeza de Link, lo que provocó que el can salvaje gruñera por lo bajo.

-Yo creo que no voy a usarlas. ¡Anda, úsalas tú si quieres!

Con total desprecio, hizo un ademán con las manos indicando claramente que podía coger la espada, que no la iba a utilizar. No creo que fuera porque fueran "simplonas" o inútiles, pero un cuerpo pequeño aguantando una espada tan grande y pesada era cómico de ver, además de poco complementario. Me acerqué a la espada y la saqué del suelo, quitándole restos de tierra con parte de mi ropaje que estaba muy maltratado de las "experiencias" que había tenido hasta el momento. No pude evitar resoplar al sentir otra vez la carga de la espada en mi brazo derecho, realmente era pesada.

-En fin, lo prometido es deuda. Os prestaré mi ayuda -dijo la enana echándome una mirada arrogante-. Pero, a cambio, deberéis reunir ciertas cosas para mí.

Mi Damisela {Link} || Book #1 ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora