Mi elección

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—Voy a volver por ti. Te lo prometo.

—No te creo...— El pequeño limpió sus lágrimas y se aferró a la falda larga de su madre desesperadamente. —No me dejes, quiero ver a mi hermano.

—Por favor, quédate aquí.

Dos monjas tomaron al niño por los hombros para evitar que siguiera aferrándose a la mujer.

—¡Mami, por favor! ¡Me portaré bien!

La mujer tenía el rostro tapado por su cabello. El pequeño no pudo verla a los ojos por última vez.

Las monjas lo jalaron con fuerza para llevárselo. Un hombre vestido con una túnica negra estaba al lado de su madre, quien parecía estarle diciendo algo.

No pudo escuchar su conversación. Tal vez era importante, pero no tiene idea de qué fue.

[ . . . ]

Sábado.

El restaurante comenzó a vaciarse poco a poco. Los meseros recogían las últimas propinas sobre la mesa, mientras los cocineros metían en bolsas todo lo que no se podía guardar para el día siguiente. El chico que terminaba de barrer el suelo se acercó al jefe y le tocó el hombro con suavidad. Tanta que el hombre ni siquiera se dio cuenta.

—Disculpe, ¿Van a botar eso?— Preguntó el muchacho.

—Claro que no, niño. Lo vamos a enviar con algunas personas de la calle.

—Oh, ¿Le molestaría si saco un poco para mi?— El jefe se rio.

—¿Qué? ¿Acaso tu vives en la calle?

—Sí, de hecho sí.

El hombre cambió su expresión. La verdad, no sabía nada sobre ese muchacho. Recién apareció hoy pidiendo que lo dejaran trabajar aunque fuera un día y que le pagaran lo que fuera. El hombre creyó que se trataba de un adolescente cualquiera buscando algo de dinero porque sus padres le acortaron la mesada, así que no indagó mucho en su vida y lo dejó hacer la limpieza.

—Oh, ¿En serio?— El muchacho asintió. —Está bien, puedes tomar lo que quieras.

El chico sonrió y fue en busca de su bolso de donde sacó una taza/lonchera con cuatro compartimientos. Tenía un bonito diseño de Freddy Fazbear en la tapa. Ahora que lo nota, todo lo que el chico usaba hacía referencia a Freddy's. Su ropa, su reloj, el bolso que cargaba... Era extraño pensar que realmente viviera en la calle, aunque sabe que la empresa que dirige el Mega Pizzaplex suele hacer trabajos de caridad. El hombre recordó algo de su infancia con ver el personaje y se le acercó.

—Oye, ¿Tus padres viven contigo en la calle o...?

—No, soy huérfano de padre— Dijo secamente como si no le importara.

—Oh, ¿Y tu madre?

—Mmm, no lo sé.

—¿Cómo no vas a saber?

—Sí, no la he visto desde que me abandonó en el orfanato cuando tenía 7 años— El hombre abrió los ojos con sorpresa.

—¿Y por qué no estás en el orfanato, eh?

—Porque estar en un orfanato católico es igual que estar en el infierno— Dijo terminando de guardar la comida en su lonchera. —Y más para una persona como yo.

—Sí, creo que puedo entenderlo— No necesitaba haber estado en un orfanato para hacerse una idea de las cosas que pasaban allá adentro.

—Bueno, ya salió el último cliente. Supongo que terminamos.

Family of psychopaths (Fnaf au)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora