3 de Enero de 2024

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Su día había empezado antes de lo común, despertándose cuando Álex bajó de la cama y salió de la habitación. Intentó conciliar el sueño de nuevo, comprobando en su móvil la hora y viendo que aún le quedaba otra para tener que salir de la cama.

Sin embargo, la ausencia mantenida de su amigo lo inquietó. Habían pasado al menos veinte minutos desde que se había marchado y no volvía, por lo que se destapó, se calzó y salió en su busca.

No demoró demasiado en encontrarlo pues Álex estaba tirado en los pufs de delante de los armarios con el brazo echado sobre los ojos y el otro en el estómago, con las piernas colgando por el lado.

—Hermano—llamó en voz baja pero Álex no hizo señal de haberlo escuchado. Se acercó y se agachó junto a él, poniéndole la mano en el hombro—. ¿Qué pasó?

—Estoy fatal—le explicó el cordobés con la voz raspada.

Lucas miró hacia la entrada del vestidor. Las luces ya estaban encendidas porque estaban a punto de dar las ocho y con ello, la hora de despertar, por lo que asumió que alguien de recepción debería estar ya en la academia.

—Voy a buscar a Mar—le dijo a Álex y este asintió como toda respuesta. Lucas sabía cómo debía sentirse pues ya pasó por lo mismo la semana anterior.

Mar le dijo que dejaran a Álex en la habitación y que los demás fueran a sus clases con normalidad, que Noemí pronto llegaría a hacerse cargo de la situación y Lucas obedeció, vistiéndose y preparando sus cosas para ir a fitness.

Una vez allí se dio cuenta de que no sólo faltaba Álex sino que Naiara tampoco estaba. No preguntó, esperando que Toni Hinojosa hiciese su labor como profesor y se preocupara por la ausencia de su alumna. A fin de cuentas, sabía que Toni también lo notaría con rapidez.

Rodó los ojos ante su propio pensamiento y lo volvió a hacer cuando, en efecto, el profesor preguntó por el paradero de Naiara.

—Se encontraba mal—respondió Juanjo rápidamente—. Yo creo que ha cogido el virus este ella también. ¡Estamos cayendo todos como moscas! —concluyó con sus formas histriónicas.

Aquello fue suficiente para provocar que Lucas no se sacase de la cabeza a la chica en toda la mañana. ¿Cómo estaría? ¿Necesitaría algo? ¿La llevarían al médico? ¿Y si trataba de levantarse para ir al baño y se caía?

No se pudo concentrar en ni una sola de las clases que tuvo pues su foco estaba plantado en ella y cuando al fin la vio a la hora de la comida, suspiró de alivio. Estaba vestida con un pantalón ancho gris de felpa y llevaba el abrigo puesto, combinando con sus botas negras. De espaldas, todo parecía normal en ella, pero cuando se giró sintió que el corazón le daba un vuelco, llevándose la mano al pecho de forma involuntaria.

Tenía mala cara y ni siquiera se había maquillado. Llevaba las gafas que sabía que no necesitaba pero que usaba para disimular la ausencia del delineado en sus grandes ojos marrones pero ni eso era suficiente para que las marcadas ojeras se le pasaran por algo.

Wachita —le dijo y ella forzó una sonrisa en su dirección—. ¿Vos también te enfermaste?

—Sí... He estado vomitando hasta hace un rato. Voy a intentar comer algo a ver si se me pasa—le contó, dejando que Lucas la abrazase. El uruguayo cerró los ojos mientras la estrujaba contra él, dándole un beso en la frente al separarse.

Álex apareció también para la comida y aunque Lucas se sintió mal de inmediato por pensarlo, se alegraba de que fuera él el que estaba peor de entre los dos. Si ya se moría de la preocupación viéndola así, ¿qué iba a pasarle si se ponía como Álex?

Estrellas en el Aire.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora