Capitulo 008

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Rock You Like a Hurricane

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Berlín caminaba a la salida de la escuela, le sorprendio que Billy no hubiera llegado en los últimos dos días.

Billy rara vez faltaba a la escuela, por eso Berlin sentía curiosidad. Desde que había empezado la escuela, no había un solo día que no pasara sin que Billy se burlara de ella. Y ahora, ya había faltado medio día.

Había mucho frío, y estaba nublado, cuando salió al estacionamiento.

Sus hombros se encogieron cuando vio un Camaro azul estacionado un poco lejos de todos. Billy salió del auto, sacó el paquete de cigarrillos de su bolsillo y Berlín notó que se le formaba otro moretón en el esternón cuando se le abrió la camisa.

Berlin no pensó mucho cuando camino hacia el. Billy estaba apoyado en el capó de su auto mientras sacaba el encendedor del bolsillo de sus jeans. Berlin estaba de pie frente a él, pero los ojos de Billy no se encontraron con los suyos.

— Oye - dijo — no has ido a la escuela.

Billy no respondió, siguió encendiendo el mechero, pero no funcionó.

— Tengo notas, por si quieres.

Billy solo gruñó incoherentemente. Supuso que Billy no quería mencionar lo de la escuela.

— Max se unirá a los niños en la sala de juegos hoy? - Creyó que con eso se aliviaria la situación.

— Hoy no.. - fueron las únicas palabras que Billy le dijo. El cigarrillo que tenía en los labios aún estaba apagado.

Berlin se mordió el interior de la mejilla y tenía las manos metidas en los bolsillos. — ¿Estás bien? Nunca te había visto faltar a la escuela y no hiciste un examen sorpresa. La maestra te preguntará al respecto...

— Dios mío, Berlin, ¿quieres quitar la nariz de mis malditos asuntos? - Billy finalmente la miró a los ojos, furioso, y Berlin frunció el ceño cuando vio el moretón rojo en la línea de su mandíbula, que subía hasta el pómulo. No tenía buena pinta.

— ¿Por qué te enojas conmigo? Solo te pregunto por qué. -Los ojos de Berlin recorrieron el pecho de Billy y aparecieron más manchas rojas y moradas en un instante fugaz cada vez que el viento helado se llevaba la camisa de Billy. —¿Te metiste en otra pelea?

— Cállate la boca, Hopper -dijo Billy, intentando encender su encendedor.

—  Oh, bueno, discúlpame por preocuparme. ¿Qué te pasa hoy?

— No te pedí que me cuidaras, Hopper. De hecho, nadie te pidió que te metieras en mis asuntos — le espetó Billy, poniéndose de pie. — No soy uno de esos perdedores a los que cuidas, ¿de acuerdo? Y no somos amigos, así que vete a la mierda, Berlin. Conoce tu lugar. — Billy arrojó el encendedor al suelo, y golpeó el cemento. El cigarrillo seguía sin encenderse.

Las manos de Berlin ya estaban cerradas en puños mientras Billy volvía a entrar en el coche, luciendo aún más furioso que antes. No sabía qué estaba pasando en la vida de Billy, pero no daba buena espina. Estaba rojo como la sangre por la ira.

Se inclinó, recogió el encendedor, pasó el pulgar por encima para limpiar el polvo del metal y caminó hacia el auto de Billy. Arrojó el encendedor por la ventana abierta y cayó en el regazo del chico más joven.

— No sé qué te ha pasado, pero esa es una forma muy mala de hablarle a alguien que solo quiere saber por qué te veías tan golpeado. Solo intento ayudarte, no tienes que enfadarte conmigo  — dijo Berlín, pero Billy seguía mirando hacia delante. Podía ver el color de los moretones con más claridad desde esa posición — Ponle un poco de hielo y vendajes.

As The World falls Down Donde viven las historias. Descúbrelo ahora