Rivales en el campo

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Enzo y Matías se conocieron en un campo de fútbol, pero no como amigos, sino como rivales. Enzo era el capitán del equipo "Estrella del Mar", mientras que Matías lideraba al equipo "Rayo del Norte". Desde el primer encuentro, la competencia entre ellos fue feroz. Ambos eran los mejores jugadores de sus respectivos equipos y siempre buscaban superarse el uno al otro.

El partido más esperado de la temporada estaba por comenzar. El estadio estaba lleno de aficionados, y la tensión se sentía en el aire. Enzo, con su cabello oscuro y ojos penetrantes, se preparaba mentalmente para el juego. Sabía que Matías, con su habilidad inigualable y su carisma natural, sería un oponente difícil de vencer.

Cuando el árbitro dio el pitido inicial, ambos equipos se lanzaron a la batalla. Enzo y Matías no perdían oportunidad de desafiarse mutuamente, con entradas fuertes y jugadas espectaculares. Durante el primer tiempo, Enzo logró marcar un gol impresionante, lo que desató la euforia de sus seguidores. Sin embargo, Matías no se quedó atrás y, en una jugada maestra, empató el marcador.

En el entretiempo, mientras se refrescaban, Enzo y Matías se cruzaron en el túnel que conducía a los vestuarios. Sus miradas se encontraron, y aunque no dijeron una palabra, la tensión entre ellos era palpable. Matías esbozó una media sonrisa y dijo: "No está mal, Enzo. Pero este partido aún no ha terminado."

Enzo, con una chispa de desafío en sus ojos, respondió: "Tampoco para ti, Matías. Veamos quién gana al final."

El segundo tiempo fue aún más intenso. La rivalidad entre Enzo y Matías parecía llevarlos a un nivel superior de rendimiento. Sin embargo, en medio de la competencia, ambos comenzaron a notar algo más. Había una extraña conexión en sus movimientos, una sincronía inesperada que hacía que sus duelos fueran aún más electrizantes.

En una jugada, Enzo tropezó y cayó al suelo. Matías, en lugar de aprovechar la oportunidad, se detuvo y le ofreció la mano para ayudarlo a levantarse. Enzo aceptó el gesto, sorprendido por la muestra de deportividad. "Gracias," murmuró, con una mezcla de admiración y desconcierto.

"No te acostumbres," respondió Matías con una sonrisa traviesa. "Solo quiero que estés en tu mejor forma cuando te derrote."

El partido terminó en empate, pero para Enzo y Matías, había algo más en juego. Esa chispa de rivalidad había encendido una llama de respeto mutuo, y aunque no lo admitieran, ambos sabían que ese sería solo el comienzo de una historia mucho más compleja y emocionante.

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jugando con el corazón ( matienzo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora