19. Siempre estuviste ahí

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Kyungsoo

Kai, Picnic y Painter se encargaron de Ryeowook.

Lo hicieron desaparecer junto con la sartén, mis ropas y todo aquello que pudiera representar una prueba de lo que había ocurrido.

Borrar la existencia una vida humana no debería ser tan sencillo.

Kai me hizo tomar una ducha y después me acosté en la cama de Tae, para tratar de dormir algo.

Si no hubiera estado terriblemente inquieto, el dolor que sentía me habría impedido descansar de todos modos. El puñetazo de Ryeowook me había hecho daño de verdad, aunque al menos no se vería la marca.

El sol ya empezaba a asomar cuando oí cómo Kai entraba de nuevo en el apartamento y abría la ducha. Veinte minutos más tarde, entró en el dormitorio, se acostó junto a mí y me abrazó.

Me di la vuelta y me refugié en su cuerpo, agarrándome a él con fuerza.

—Gracias —susurré con emoción contenida, no solo por lo de esta noche, sino por todo—. Gracias por estar ahí siempre para mí.

—Es lo que quiero —susurró Kai, acariciándome el pelo para tranquilizarme.

—Estaba equivocado —dije.

—¿Mmm?

—Estaba equivocado respecto a ti —repetí—. Decía que no quería tener nada que ver contigo, que el club hace cosas horribles, pero soy yo el que hace cosas horribles.

—Has sobrevivido —respondió Kai con voz firme— y has protegido a tu hijo. Eso no es algo horrible.

—Cuando te llamé, podías haberme enviado a la mierda —repliqué—. No tenía ningún derecho a arrastrarte a esto. Ahora eres mi cómplice.

—Nene, se ha acabado —dijo—. Dejemos que todo esto quede atrás. No necesitamos volver a hablar de ello. Es más, no deberíamos hablar de ello.

—De acuerdo —susurré—. ¿Y qué pasa con nosotros? Creo que esto lo cambia todo.

—No tenemos que decidir nada ahora, Kyung —dijo— Intenta dormir un poco. Dentro de una hora tienes que levantarte para ir al trabajo. Va a ser un día muy largo y tienes que aguantar. Lo bueno es que, si alguien te pregunta, puedes decir que estás hecho polvo por la fiesta de ayer. Hay muchos testigos, gracias mierda.

—Ojalá pudiera tomarme el día libre —dije—, pero supongo que no es muy bueno llamar y decir que estoy fatal después una fiesta cuando llevo tan poco tiempo en el trabajo.

—Seguramente no —confirmó Kai, besándome en la cabeza—. Como te dije antes, no tenemos que decidir nada ahora, pero voy a quedarme un rato contigo. No quiero que estés solo.

No se me ocurrió discutir. La verdad era que no quería quedarme solo para nada. Nunca he creído en fantasmas, pero estaba seguro de que el de Ryeowook planeaba acosarme. Toda la vida, seguramente.

Una semana más tarde, aún no habíamos aclarado las cosas.

El sábado siguiente después de la muerte de Ryeowook, Kai nos llevó de nuevo a vivir a su casa y esta vez no puse resistencia. Me instaló en el mismo dormitorio, en la planta del sótano, y aunque pasábamos casi todas las tardes juntos, nunca iba más allá de un rápido beso de buenas noches.

Y yo se lo agradecía más de lo que hubiera podido expresar.

Las cosas habían cambiado entre nosotros de manera profunda y ambos éramos conscientes. Todas nuestras peleas y piques mutuos del pasado nos parecían tonterías ahora. También había terminado la agonía de mis dudas sobre si debía o no estar con él.

El Legado de Kai - KAISOODonde viven las historias. Descúbrelo ahora