La muerte, un manto oscuro, que nos cubre a todos,
un velo que se acerca, sin hacer ruido ni estruendo.
Un final inevitable, que a todos nos alcanza,
un misterio profundo, que nos deja en silencio.
No es un enemigo a vencer, ni una batalla a librar,
es un viaje sin regreso, un descanso sin fin.
Un cerrar de ojos, un suspiro que se apaga,
un adiós a la vida, que en el alma se graba.
Algunos la temen, con miedo y con angustia,
otros la abrazan, con calma y con resignación.
Un misterio que nos atrapa, un enigma sin solución,
un silencio que nos envuelve, en una profunda meditación.
No hay palabras que la expliquen, ni versos que la describan,
solo la certeza de que todo tiene un final.
Es la última frontera, el último viaje,
un misterio que se oculta, tras un velo que no se baja.
La muerte no es el fin, es un cambio de estado,
una transición hacia lo desconocido, un nuevo camino.
No hay que temerla, no hay que luchar contra ella,
solo aceptarla con paz, como parte del ciclo de la vida.
Y cuando llegue el momento, que se apague la luz,
que el alma se eleve, en un viaje sin destino.
Que el recuerdo de la vida, nos acompañe en el camino,
y que la muerte nos dé paz, en un sueño eterno y sin fin.
