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Finalmente, cuando ambos estábamos al límite, Jimin se inclinó hacia adelante, sus labios encontrando los míos en un beso cargado de necesidad. Sentí que el clímax se acercaba, y con un último movimiento, ambos caímos juntos en una ola de placer que nos dejó sin aliento

Nos quedamos así, nuestros cuerpos entrelazados, nuestras respiraciones entrecortadas. La habitación estaba llena de la calma después de la tormenta, de la satisfacción de un deseo cumplido. El me miró, su sonrisa suave y satisfecha

—Parece que has ganado, Jeongguk —susurró, su voz un ronroneo de satisfacción.

Sonreí, pero no dejé que esa sonrisa se extendiera demasiado. Había mucho más que explorar, mucho más que compartir. Con un movimiento suave, nos cambié de posición, quedando ahora yo entre sus piernas. Mis manos acariciaron lentamente sus muslos, disfrutando de la sensación de su piel cálida bajo mis dedos

—¿Lo he hecho solo yo? —pregunté, mi voz baja, llena de insinuación

Jimin dejó escapar un suave gemido mientras mis dedos trazaban círculos en su piel, subiendo y bajando con una lentitud deliberada que lo hacía estremecer. Sus ojos se entrecerraron, mirándome con una mezcla de deseo y desafío

—¿Qué piensas, Jimin? —continué, mi voz un susurro
— ¿Todavía crees que solo yo he ganado?

Sus labios se curvaron en una sonrisa coqueta, y pude ver el brillo travieso en sus ojos

—Tal vez... —susurró, su voz suave y provocadora— No lo sé, creo que debes convencerme un poco más

Me incliné hacia adelante, mis labios rozando los suyos en un beso suave, apenas un roce que prometía mucho más. Sentí sus manos deslizarse por mi espalda, tirando de mí hacia él, aumentando la intensidad del contacto

—Entonces, me veo en la obligación de hacerlo  —murmuré contra sus labios, mis manos moviéndose hacia sus caderas, tirando de él aún más cerca

El respondió con igual fervor, sus labios y lengua moviéndose con una urgencia compartida. Cada beso era un juego de poder y deseo que nos dejaba sin aliento. Mis manos continuaron explorando su cuerpo, deleitándome en cada gemido, en cada suspiro que escapaba de sus labios

La noche era nuestra, y sabíamos que esto era solo el comienzo. Con cada caricia, con cada beso, la promesa de una larga y apasionada noche se hacía más fuerte, más tangible. No había lugar para la prisa, solo para la intensidad del momento y la certeza de que esta noche sería una que ninguno de los dos olvidaría fácilmente

one of your girls; km auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora