Cap 5: Colores del corazón

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Even se encontraba frente a su lienzo, pincel en mano, pero por primera vez en mucho tiempo, no sabía qué pintar. Su mente estaba llena de imágenes, pero no de paisajes o abstracciones como de costumbre. En cambio, veía una sonrisa cálida, ojos amables, y manos hábiles deslizándose sobre las cuerdas de una guitarra.

Suspiró, bajando el pincel sin haber tocado el lienzo. Hacía semanas que Maikol había comenzado a visitarlo regularmente, y Even se había acostumbrado a su presencia, anhelando esas horas en las que su solitaria habitación se llenaba de música y conversación.

"¿Qué me está pasando?" murmuró Even para sí mismo, pasándose una mano por el cabello en un gesto de frustración.

Como si respondiera a sus pensamientos, su teléfono vibró con un mensaje de Maikol:

"Hey, ¿listo para nuestra sesión de hoy? Tengo una nueva canción que quiero mostrarte."

Even sintió que su corazón se aceleraba al leer el mensaje, una sonrisa involuntaria formándose en sus labios. Fue entonces cuando la realización lo golpeó como una ola: se estaba enamorando de Maikol.

El pánico se apoderó de él. ¿Cómo podía permitirse sentir esto? Era imposible, irresponsable. Su condición hacía que cualquier tipo de relación física fuera peligrosa, por no mencionar el hecho de que Maikol probablemente solo lo veía como un amigo.

Con manos temblorosas, Even respondió el mensaje:

"Lo siento, no me siento muy bien hoy. ¿Podemos posponerlo?"

La respuesta de Maikol llegó casi instantáneamente:

"¿Estás bien? ¿Necesitas algo? Puedo pasar solo para asegurarme de que estés bien."

La preocupación genuina en el mensaje de Maikol solo sirvió para intensificar los sentimientos confusos de Even. Respiró profundamente, tratando de calmar su corazón acelerado.

"Estoy bien, solo necesito descansar. Nos vemos otro día."

Even apagó su teléfono, incapaz de manejar más interacciones. Se acercó a la ventana, mirando hacia la calle donde solía ver a Maikol llegar. ¿Cómo había permitido que esto sucediera? Se había prometido a sí mismo no involucrarse emocionalmente con nadie, sabiendo que su condición hacía imposible una relación normal.

Volvió a su lienzo, decidido a pintar para distraerse. Sin pensarlo conscientemente, comenzó a mezclar colores: el marrón cálido de los ojos de Maikol, el negro azabache de su cabello, el tono dorado de su piel bajo el sol de la tarde.

Horas pasaron sin que Even se diera cuenta, completamente absorto en su pintura. Cuando finalmente dio un paso atrás para observar su trabajo, se quedó sin aliento. Había creado un retrato de Maikol, pero no era solo una representación física. De alguna manera, había logrado capturar la esencia de Maikol: su amabilidad, su fuerza, la música que parecía fluir de él.

Even se sentó en su cama, abrumado por la intensidad de sus emociones. ¿Qué iba a hacer ahora? No podía simplemente ignorar estos sentimientos, pero tampoco podía actuar sobre ellos. El miedo a perder la amistad de Maikol, a exponerse al peligro físico, a complicar aún más sus ya complicadas vidas, lo paralizaba.

Un suave golpe en la puerta lo sacó de sus pensamientos.

"¿Even?" La voz de su madre sonaba preocupada. "¿Estás bien, cariño? Maikol llamó, está preocupado por ti."

Even cerró los ojos, sintiendo una mezcla de culpa y afecto. Por supuesto que Maikol se preocuparía lo suficiente como para llamar a su casa.

"Estoy bien, mamá," respondió, tratando de que su voz sonara normal. "Solo necesitaba un día para mí."

Hubo una pausa antes de que su madre hablara de nuevo. "¿Puedo entrar?"

Even miró rápidamente el retrato de Maikol. No estaba listo para compartir esto con nadie, ni siquiera con su madre. "Preferiría estar solo ahora, si no te importa."

"Está bien, cariño," respondió su madre, aunque Even podía oír la preocupación en su voz. "Pero sabes que estoy aquí si me necesitas, ¿verdad?"

"Lo sé, mamá. Gracias."

Even escuchó los pasos de su madre alejándose y soltó un suspiro tembloroso. Se acercó nuevamente al retrato, pasando sus dedos suavemente sobre el lienzo, trazando los contornos del rostro de Maikol.

"¿Qué voy a hacer contigo?" susurró, como si le hablara directamente a Maikol.

Esa noche, Even se acostó con la mente llena de pensamientos conflictivos. Sabía que tendría que enfrentar estos sentimientos eventualmente, que no podía seguir evitando a Maikol sin una explicación. Pero por ahora, se permitió soñar, imaginar un mundo donde su amor no estuviera limitado por su condición, donde pudiera tomar la mano de Maikol sin miedo, donde pudieran compartir más que música y conversaciones a distancia.

Mientras se quedaba dormido, Even no podía saber que, al otro lado de la ciudad, Maikol estaba despierto, mirando su teléfono, preocupado por él y preguntándose por qué la idea de no ver a Even le causaba un dolor tan profundo en el pecho.

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