Maikol se encontraba sentado en el borde de la cama de su madre, tocando suavemente la guitarra. Sus dedos se movían automáticamente sobre las cuerdas, reproduciendo una melodía que había estado componiendo durante las últimas semanas, inspirada en sus visitas a Even.
"Es hermosa," dijo su padre, Roberto, desde la puerta. "¿Es nueva?"
Maikol asintió, dejando que los últimos acordes se desvanecieran en el aire. "La he estado trabajando. Es para... un amigo."
Roberto entró en la habitación, sentándose junto a su hijo. "¿Este amigo no será el chico al que has estado visitando? ¿Even?"
Maikol sintió que se sonrojaba ligeramente. "Sí, es para él. Le prometí que le mostraría una nueva canción, pero..."
"¿Pero?" presionó Roberto gentilmente.
Maikol suspiró, dejando la guitarra a un lado. "No he sabido de él en días. La última vez que hablamos, dijo que no se sentía bien y desde entonces ha estado evitándome. No sé qué hacer, papá."
Roberto observó a su hijo por un momento, notando la preocupación y algo más en sus ojos. "Te importa mucho este chico, ¿verdad?"
"Yo..." Maikol comenzó, pero se detuvo, inseguro de cómo expresar lo que estaba sintiendo. "Es complicado."
"El amor suele serlo," comentó Roberto con una sonrisa comprensiva.
Maikol miró a su padre, sorprendido. "Yo no... no es... ¿amor?"
Pero incluso mientras protestaba, Maikol sintió que algo encajaba en su interior. ¿Era eso lo que estaba sintiendo? ¿Amor? La idea lo aterrorizaba y emocionaba a partes iguales.
"Hijo," dijo Roberto suavemente, "te he visto estas últimas semanas. La forma en que sonríes cuando hablas de él, cómo tu música ha cambiado... No te había visto así de vivo desde que tu madre enfermó."
Maikol sintió que las lágrimas se acumulaban en sus ojos. "Pero papá, ¿cómo puedo sentir esto? Tengo responsabilidades aquí, con mamá, contigo. Y Even... su condición hace que cualquier tipo de relación sea peligrosa para él."
Roberto puso una mano en el hombro de su hijo. "Maikol, tu madre y yo nunca quisimos que sacrificaras tu vida por nosotros. Sé que amas a tu madre, y ella lo sabe también. Pero también mereces ser feliz, vivir tu propia vida."
"No sé qué hacer," admitió Maikol, su voz apenas un susurro.
"Empieza por ser honesto," aconsejó Roberto. "Contigo mismo y con Even. No puedes controlar cómo reaccionará él, pero al menos sabrás que fuiste verdadero con tus sentimientos."
Maikol asintió lentamente, mirando a su madre inconsciente. "¿Crees que ella lo entendería?"
"Tu madre siempre quiso que fueras feliz," respondió Roberto con una sonrisa triste. "Estoy seguro de que estaría orgullosa del hombre en el que te has convertido y querría que siguieras tu corazón."
Impulsivamente, Maikol abrazó a su padre, sintiendo un alivio inmenso al poder compartir el peso de sus emociones. "Gracias, papá."
Esa noche, después de asegurarse de que su madre estuviera cómoda y su padre se hubiera ido a dormir, Maikol se sentó en su habitación con la guitarra en su regazo y su teléfono frente a él. Respiró profundamente y comenzó a grabar.
"Hey, Even," dijo suavemente, "sé que has estado evitándome y respeto si necesitas espacio. Pero quería compartir contigo esta canción que he estado componiendo. Es... es para ti."
Maikol comenzó a tocar, dejando que la música expresara todo lo que no podía decir con palabras. La melodía era suave y dulce, con un toque de melancolía, reflejando la complejidad de sus emociones.
Cuando terminó, Maikol miró a la cámara. "Even, no sé exactamente qué está pasando, pero sé que me importas. Mucho. Más de lo que esperaba. Si estás listo para hablar, estaré aquí. Si no, está bien también. Solo... solo quería que supieras que estoy pensando en ti."
Con el corazón latiendo fuertemente, Maikol envió el video. Sabía que estaba arriesgando mucho, que podría perder la amistad de Even si sus sentimientos no eran correspondidos. Pero también sabía que no podía seguir pretendiendo que lo que sentía era simple amistad.
Mientras esperaba, con una mezcla de ansiedad y esperanza, Maikol no podía saber que al otro lado de la ciudad, Even estaba a punto de recibir un mensaje que cambiaría todo.
El futuro era incierto, lleno de obstáculos y complicaciones. Pero por primera vez en mucho tiempo, Maikol se permitió soñar con posibilidades, con un amor que podría trascender las barreras físicas y las circunstancias difíciles. Con ese pensamiento, se quedó dormido, la guitarra aún en su regazo, esperando la respuesta que podría cambiar su vida para siempre.