El parque estaba casi desierto esa tarde de otoño. Even esperaba nerviosamente en un banco, su mascarilla firmemente en su lugar, sus manos inquietas jugando con el borde de su abrigo. A lo lejos, vio a Maikol acercarse, y su corazón dio un vuelco.
"Hey," dijo Maikol suavemente, sentándose en el extremo opuesto del banco, manteniendo la distancia de seguridad.
"Hey," respondió Even, sus ojos sonriendo por encima de la mascarilla.
Se miraron por un momento, el amor y la frustración evidentes en sus ojos. Habían pasado dos semanas desde que ambos confesaron sus sentimientos a sus familias, y las cosas habían sido... complicadas.
"¿Cómo están las cosas en casa?" preguntó Even.
Maikol suspiró. "Mi tía aún no me habla. Mi padre está intentando entender, pero puedo ver que le cuesta. ¿Y tú?"
"Mis padres están... adaptándose," respondió Even. "Quieren conocerte mejor. Correctamente, quiero decir. No solo como mi amigo."
Maikol sonrió levemente. "Me encantaría eso."
Hubo un momento de silencio, el peso de su situación cayendo sobre ellos.
"Even," comenzó Maikol, su voz seria. "He estado pensando mucho en nosotros, en nuestra situación."
Even sintió que su corazón se aceleraba. "¿Y?"
"Y... quiero que intentemos esto. Realmente lo quiero," dijo Maikol, sus ojos fijos en Even. "Sé que será difícil. Sé que habrá días en los que querremos rendirnos. Pero creo que lo que tenemos vale la pena luchar por ello."
Even sintió que las lágrimas se acumulaban en sus ojos. "Yo también lo quiero, Maikol. Más que nada. Pero ¿cómo? ¿Cómo podemos tener una relación cuando ni siquiera podemos tocarnos?"
Maikol extendió su mano, deteniéndose a centímetros de la de Even. "Hay más en una relación que el contacto físico, Even. Tenemos nuestras conversaciones, nuestra música, tu arte. Podemos encontrar formas de estar juntos, incluso cuando estamos separados."
Even miró la mano de Maikol, tan cerca y tan lejos al mismo tiempo. "¿Una relación a distancia, pero estando en la misma ciudad?"
"Exactamente," asintió Maikol. "Podemos tener citas virtuales, ver películas juntos en línea, incluso cenar juntos por videollamada. Y cuando nos veamos en persona, como ahora, mantendremos la distancia de seguridad."
Even consideró la propuesta, su corazón luchando contra su mente. "¿Y si mi condición empeora? ¿Y si nunca podemos estar realmente juntos?"
Maikol sonrió suavemente. "Even, ya estamos juntos. Aquí, ahora. Y si tu condición empeora, lo enfrentaremos juntos. No voy a ir a ninguna parte."
Even sintió que una ola de emoción lo inundaba. "¿Estás seguro de que quieres esto? ¿De que quieres lidiar con todo esto?"
"Nunca he estado más seguro de nada en mi vida," respondió Maikol sin dudarlo.
Even cerró los ojos por un momento, dejando que las palabras de Maikol lo envolvieran. Cuando los abrió de nuevo, había determinación en su mirada. "Okay," dijo suavemente. "Hagámoslo. Intentemos esto."
La sonrisa de Maikol iluminó todo su rostro. "¿En serio?"
Even asintió. "En serio. Te amo, Maikol. Y quiero estar contigo, de la forma que sea posible."
"Yo también te amo, Even," respondió Maikol, su voz llena de emoción.
Se miraron por un largo momento, el deseo de tocarse, de abrazarse, casi palpable entre ellos. Pero en lugar de eso, Maikol sacó su teléfono.
"¿Qué haces?" preguntó Even, curioso.
"Nuestra primera cita oficial," respondió Maikol con una sonrisa traviesa. Puso una canción suave y romántica. "¿Me concedes este baile?"
Even rió, el sonido musical incluso a través de la mascarilla. "¿Aquí? ¿Ahora?"
"¿Por qué no?" Maikol se puso de pie, haciendo una reverencia exagerada. "Podemos bailar cada uno en su lado del banco."
Y así lo hicieron. Bajo el cielo otoñal, en un parque casi vacío, Even y Maikol bailaron su primer baile como pareja. Separados por metros de distancia, pero unidos por la música y el amor en sus corazones.
Mientras se movían al ritmo de la música, Even sintió una mezcla de alegría y tristeza. Alegría por el amor que compartían, por la determinación de Maikol de estar con él a pesar de todo. Y tristeza por las limitaciones que enfrentaban, por los momentos que nunca podrían compartir completamente.
Pero mientras miraba a Maikol, viendo el amor y la felicidad en sus ojos, Even supo que valía la pena. Que cada desafío, cada obstáculo, cada momento de frustración, valdría la pena por momentos como este.
Cuando la canción terminó, se sentaron de nuevo, sin aliento y sonriendo.
"Nuestra primera cita," dijo Even suavemente.
"La primera de muchas," prometió Maikol.
Mientras el sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de tonos cálidos, Even y Maikol se quedaron en el parque, hablando, riendo y planeando su futuro juntos. Un futuro que, aunque lleno de incertidumbre y desafíos, también estaba lleno de amor, esperanza y la promesa de encontrar formas de estar juntos, sin importar las circunstancias.