Nadie pensó que el chico que soñaba con pintar el universo acabaría encerrado entre cuatro paredes y una ventana opaca. Nadie pensó que Yoongi, quien se rendía fácilmente y no conocía nada más que la protección de un pequeño pueblo, sería la marca d...
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Los tres muchachos se levantaron procurando no hacer ruido y caminaron hacia la ventana, subir la persiana sin hacer ruido fue quizás lo más complicado pero sabían que ese era el único lugar de la casa desde donde podrían observar la totalidad del patio trasero. Yoongi tomó la mano de su hermano pequeño con fuerza, ya no tenía miedo por su vida sino por la de él. Si a SooBin le sucedía algo jamás podría perdonarselo.
La nevada hacia complicada la vista, aún así salvo la verja de metal abierta y moviéndose por el viento no había nada extraño. Los árboles, las sillas alrededor de la mesa de madera que su padre usaba cuando el sol pegaba de lleno contra el jardín... todo estaba en su sitio y salvo por la nieve tan quieto que asustaba.
—Voy a bajar al primer piso — dijo Jimin — Quedate con Binnie aquí.
—Haré lo que quiera — Yoongi suspiró — ¿Qué haremos si te mata y sube a por nosotros? Dos contra uno es peor que tres contra uno, bajaremos.
Jimin asintió, no era nadie para ordenarle a Yoon que hacer o no así que no lo haría. En momentos como ese, de tensión absoluta, lo mejor era permanecer únicos haciéndose fuertes. Además, las películas americanas eran la perfecta muestra de cómo separarse es malo. Tomarían las decisiones pensando cada sencillo movimiento. Un solo paso tras otro, si tenían que ir a la derecha o a la izquierda. Lo mejor sería decidir lo juntos de forma pacífica.
—Vamos — dijo tratando de mantener la calma.
Observó las pastillas sobre su mesilla y ante la atenta mirada de Yoongi tomó dos de esas de color azul, la divina tranquilidad. Sabía que se estaba drogado y volviendo adepto a los efectos que el medicamento tenía en su cuerpo pero bastaba con ponerse algunas de esas medicinas bajo la lengua, después de eso todo su mundo se volvía mejor. Podrían apuñalarlo y ni siquiera notaría el dolor del cuchillo enterrandose duramente en su piel.
—Jimin, quizás no deberías tomar eso ahora...
—Sin esto no podré hacer nada Yoon, soy un cobarde. Ya te lo había mencionado. Estoy muerto de miedo y ni siquiera sabemos si ahí abajo hay alguien o si solo ha sido el viento.
Yoongi dejó escapar un suspiro de sus labios y asintió pacificamente, le preocupaba esa necesidad que Jimin mostraba por las pastillas pero no era su vida. No tenía derecho alguno a decirle que hacer, todavía menos cuando se encontraban estancados en una situación tan alarmante como esa. Un psicópata estaba en su casa, o al menos en los exteriores de esta, vigilando sus movimientos de cerca y tramando algún malévolo plan para acabar con sus vidas.
—Él no es malo, he hablado con... — intento protestar una vez más el pequeño entre los tres.
—Deja eso, sea peligroso ahora o no, ha amenazado con matarnos y hablamos de un muchacho que tiene episodios de ira severos.
—Tanto que mató a la mitad de su clase — Le dió la razón Yoon a Jimin terminando su discurso.
Sin más que decir emprendieron el camino hacia el primer piso de la casa, la madera crujía bajo sus pies y sin luz la casa tenía un aspecto realmente tétrico, se sentía extraña como si todas esas sombras de árboles que entraban por las ventanas fuesen a rodear sus cuellos hasta ahorcarlos. Asustados, estaban tan temerosos de lo que podría suceder que sólo los suspiros los hacían temblar.