Nadie pensó que el chico que soñaba con pintar el universo acabaría encerrado entre cuatro paredes y una ventana opaca. Nadie pensó que Yoongi, quien se rendía fácilmente y no conocía nada más que la protección de un pequeño pueblo, sería la marca d...
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—Entonces, ¿te negarás a hablar? — preguntó el doctor sosteniendo en sus manos la libreta que usaba en cada una de las sesiones con Jimin.
—Creo que he perdido la confianza, tal vez hablar suponga un gran error para mi. Hay cosas en mi pasado que mi mente se está empeñando en aislar, el mundo solo me envía flashbacks de lo que sucedió con mi hermano. No quiero volver a pensar en eso. Debería poder decidir por mi mismo que cosas mencionar y que cosas mantener en un rincón de mi cabeza hasta que me olvide de ellas — Jimin se sentó sobre la butaca y tomó con manos temblorosas una de las cervezas sin alcohol que el hombre le había ofrecido — ¿No es así como todos olvidan en dolor? Si dejas lo que te daña a un lado te acabas olvidando de ello.
—Olvidarse de algo y deshacerse de algo son cosas diferentes. Si lo dejas a un lado volverá en cualquier instante Jimin, el cuerpo funciona así. La depresión no llega en el peor momento, llega cuando te relajas para recordarte que aún debes solucionar muchas cosas. — Jimin evitó la mirada del doctor, ese hombre había supuesto un refugio para él en los últimos años sin embargo después de lo sucedido con Yoon sólo una semana atrás... lo cierto es que ya no podía confiar en él. No quería hacerlo — Es tu decisión. Pero en algún momento tendremos que forzar de nuevo esta conversación. Lo que pasó, porque te echas la culpa de la muerte de tu hermano, porqué crees que tus padres ya no te quieren. Tenemos demasiadas conversaciones pendientes.
Jimin asintió sin prestar atención y alzó su mirada hacia las ventanas, el sanatorio podía verse desde su posición, al igual que la nieve que con la llegada del invierno comenzaba a cubrir las calles de una blancura especial. ¿Cuanto hacia que no podía tomar entre sus dedos esa fría capa de nevisca? Esos tiempos en los que ver el suelo cubierto de nieve eran sinónimo de sonrisas cómplices con su único hermano, esos días de hogueras con mantas a la espalda y trineos improvisados se habían terminado.
Pasó la mano por la botella de cerveza sintiendo el frescor de esta y se la llevó a la mejilla. Odiaba las consecuencias de pasar demasiado tiempo encerrado, sus piernas eran más débiles que nunca y se acaloraba con gran facilidad.
—Supongo que me arriesgaré, no quiero recordar, no quiero curarme. No merezco vivir una vida a cambio de la que quite.
El doctor suspiró y volvió a apuntar algo en su cuaderno. A veces Jimin se preguntaba si realmente le importaban esas charlas o si simplemente cumplía profesionalmente con su trabajo. Después de unos días en esa casa pudo comprender que el señor Min vivía encerrado en la burbuja que la psiquiatría le proporcionaba. Su puesto como director del sanatorio era mucho más importante que sus hijos y ni le costaba admitirlo.
"El trabajo me permite vivir, mi hijo solo me da problemas" — había mencionado durante la cena el día anterior — "Binnie es distinto, no es como Yoon así que supongo que con el pequeño es distinto"
La cara de Yoongi fue la verdadera definición de indiferencia en aquel momento, sin embargo durante la noche Jimin lo escuchó llorar y una vez más se recosto a su lado regalándole la compañía y cariño que para ser sinceros él mismo necesitaba. Yoon se estaba convirtiendo en su confidente mudo, se abrazaba, hablaba y nunca le echaba nada en cara, se limitaba a abrazarlo mientras tarareaba alguna canción. Así era ese muchacho en la intimidad, dispuesto a ayudar pero sin implicarse del todo.