Capítulo 22: Semana Aureola

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A la mañana siguiente, las reinas despertaron en la misma habitación debido a los rayos del sol en su rostro que entraban por la gran ventana que daba al gran mercado con grandes calles, puestos y edificios. Ciro les había dado una sola habitación para las dos, pero la cama al ser bastante amplia, se dividieron los lados para dormir. Supusieron que le habían otorgado a "Electra" una habitación más apropiada por ser una amiga de Deifontes.

Con una nueva muda de vestidos, salieron de la habitación y preguntaron por Electra a los que se encontraban en el camino, pero todos evitaban contestar o se limitaban a encogerse de hombros.

La sala que llevaba a los portones dorados estaba abarrotada de gente bien vestida y charlando amigablemente; también había algunos con aspecto extraño, como con cuernos o mucho pelo, y Athena estuvo segura que vio a alguien con branquias y aletas. Pensaron que Electra pudiera estar entre toda esa gente, pero era fácil detectar que no estaba ahí, pues era la única que sobresaldría tres o dos cabezas de altura.

Las charlas cesaron, pero los murmullos y el ruido aumento. Gritos y aplausos se escuchaban lejanos, y cuando las reinas planeaban irse, la multitud de personas las arrastro hacia otra sala completamente diferente donde había varias escaleras. Un grupo de personas subían unas escaleras al costado mientras que otro grupo se dirigía a otras escaleras más amplias en el centro.

No pudieron escabullirse, pues en el momento en que Athena había puesto un pie fuera de toda la gente, sintió como si una pezuña de caballo la hubiera pisado, y a Orazia la había empujado el grotesco cabello en forma de cola de pavo real de una señora que pasaba a su lado.

Terminaron subiendo a tropezones por las escaleras más amplias, donde curiosamente se dirigían los que se veían mejor vestidos con adornos de oro y plata, y vestidos y trajes relucientes. Al subir llegaron a un gran balcón al aire libre, con un techo de cristal que tenía, al parecer, la mejor vista de la arena.
Toda la gente se sentaba en mesas y charlaba o ponían lo que parecían joyas y monedas de oro encima de la mesa, mientras los mismos enmascarados con trajes pegados al cuerpo que estaban ayer en el festín de Deifontes llevaban bebidas y comida.

—Vámonos, tenemos que buscar a Electra... —le dijo Orazia a su amiga encima de todo el ruido, pero un grito conocido las hizo detenerse y adentrarse más en el balcón.

—¡Es mejor comer antes, que comer mientras y vomitar! ¡Créanme que les digo por experiencia! —exclamaba Deifontes, riendo en un asiento muy parecido a su trono, y alrededor gente se partía de risa.

—Será mejor que no lo molestemos... —Orazia le advirtió a Athena cuando vio en su mirada que pensaba ir hacia Deifontes e interrogarlo sobre Electra, pero poco caso le hizo porque se fue directamente a él.

—Disculpa, Deifontes... —le hablo Athena, todos a su alrededor dejaron de reír para observarla con altivez. Deifontes se secó las lágrimas de risa y volteo a verla inquisitivamente con una gran sonrisa— Soy la reina Athena Lennon de Wisgent, acompañaba a Electra el día de ayer, ¿sabe dónde se encuentra ella ahora?

—Linda —le contesto con un dejo de amargura, pero sin perder su sonrisa—, eres libre de irte a tu reino, ya he lidiado con esa farsante.

—¿Farsante? ¿Hablamos de la misma Electra?

—No, tú te refieres a Electra, la que nos abandonó, y yo hablo de la farsante que se hizo pasar por Electra y que acompañaste hasta acá para sacarme información de los anillos para el otro traidor imbécil. Espero que hayas disfrutado tu estadía, ¡vete si no vas a apostar nada!

—¿Qué pasa? —le pregunto Orazia a Athena una vez se hubo alejado de Deifontes.

—Le dice a Electra farsante... no entiendo, ¿habrá pasado algo ayer en la noche, cuando se quedaron hablando?

Faith [Parte 1: Los Anillos del Núcleo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora