VI

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—¿Cómo se encuentra?

—Bien, vuestra Tsahìk ha podido sanarla, cosa que los amigos de mi padre no han sido capaces de hacer—dijo con algo de resentimiento.

—Bueno—esbozó una sonrisa que consiguió tranquilizar al chico—. Por lo menos no le ha sucedido nada aún más grave.

—¿Tú...?—aclaró su garganta para evitar el temblor en su voz—. ¿Tú cómo te encuentras?

—¿Yo?

—Sí. Cuando rompiste la conexión con vuestro árbol y me ayudaste a subir a Kiri al ilu—la miró a los ojos, haciéndola sobresaltar por la mirada tan intensa—. Estabas llorando.

—Eso...—apartó sus ojos de los suyos—. Siento eso, cada vez que voy a la Cala de Los Ancestros me ocurre lo mismo. Es por mis hermanas.

—Sé que apenas nos conocemos—torció una sonrisa—. Pero puedes confiar en mí, si necesitas hablar... o algo.

—Te lo agradezco—le devolvió la sonrisa ahora con más energía—. Eres muy atento, Neteyam, no hace falta que te preocupes por mí.

—No hace falta que te guardeses ese tipo de cosas—habló preocupado—. Deberías hablarlo con alguien.

—Seguro que si necesito hablarlo con alguien sería contigo—afirmó con seguridad.

El chico esperó expectante a que prosiguiera, sentándose en aquel suelo de red, dejando caer sus pies por el bordillo para introducirlos en el agua.

—Hace tiempo—se acomodó a su lado—tuve dos hermanas, yo era la mediana—habló con nostalgia—. Éramos muy unidas. Un día cualquiera, cuando mi hermana pequeña recogía caracolas en la orilla, se adentró demasiado en el mar con su ilu, pasando más allá del arrecife. Mi hermana mayor y yo salimos a buscarla en cuanto notamos su ausencia, nuestros padres no tenían que enterarse que salíamos a escondidas por la noche—frunció el ceño, sintiendo un cúmulo de lágrimas concentrarse en sus ojos.

El Na'vi escuchaba atentamente cada una de sus palabras.

—Finalmente la encontramos al amanecer—su voz se quebró—. Estaba muerta. Un disparo. Fue la gente del cielo, jamás se habían acercado por aquí, fue una desgracia. Mi hermana enloqueció con eso, y se abalanzó sobre todos esos miserables que rodeaban su cuerpo sin vida. También la mataron, le dispararon un total de cuatro veces en frente de mí. Y yo...—trató de regular su respiración—. Lo único que pude hacer fue esconderme con una cobarde.

El mayor de los hermanos Sully agachó las orejas con tristeza, sintiendo una profunda empatía por la femenina al pensar en sus propios hermanos.

—No pude hacer absolutamente nada—se aferró a la red bajo ellos, llena de impotencia—. He tratado de sacarme esas imágenes de la cabeza, pero vuelven a mí cada día como una maldita pesadilla—dijo entre lágrimas—. Traté de encontrar refugio en mi formación como guerrera, pero eso solo me obligaba a sobre esforzarme lo suficiente como para acabar casi sin fuerzas, culpándome de todo lo que había pasado.

Envolvió la pequeña caracola que se encontraba en su collar de cuentas, cerrando los ojos y dejando caer por sus mejillas más lágrimas que era incapaz de controlar.

—Con las pocas fuerzas que tenía a esa edad, conseguí llevar sus cuerpos hasta la isla. Antes de eso, vi las caracolas esparcidas por el mar y una muy especial que mi hermana pequeña jamás se permitió soltar—sollozó—. Era de mi color favorito, justo del mismo aspecto que prometió encontrar para mí...

Abrió los ojos con sorpresa, negando rápidamente al descubrir las interacciones de la Metkayina.

—No podías saber qué pasaría, Korhal.

—Debí haber estado más pendiente de ella.

—No, hiciste lo que pudiste con la edad que tenías, el hecho de haber seguido adelante a pesar de todo ya es algo admirable.

—Ese no es el punto.

—¿Entonces? ¿Quieres algún tipo de castigo por lo que ocurrió?

—No—negó con la cabeza—. No lo sé...

—Oye—se acercó con cautela, esperando algún tipo de rechazo y, al no recibirlo, rodeó a la femenina en un cálido abrazo—. No fue culpa tuya. Y seguro que tus hermanas piensan lo mismo.

—Sí—escondió su rostro en le hombro ajeno—. Cuando me conecto con Eywa y las veo... Me dicen eso, que nada de lo que ocurrió fue mi culpa.

—¿Entonces?

—No lo sé, no soy capaz de sacarme esa inquietud.

—Korhal...

—Tranquilo—soltó una risilla—. No tienes por qué consolarme. Sólo quedémonos un rato así, por favor.

—Todo lo que necesites—reforzó el abrazo.

Pasaron un par de minutos, tal vez más, pero lo sentí tan corto que al separarme de Neteyam tenía el impulso de volver a abrazarme a él.

Nuestros rostros quedaron uno tan cerca del otro que sentía un cúmulo de sensaciones a punto de explotar cuando vi que se inclinaba hacia mí.

Cerré mis ojos esperando que lo hiciera.

—¡Han regresado los tulkuns!

Sobresaltados, no separamos, quedando a una buena distancia y mirando hacia cualquier lado como tontos.

—Escuchad, nuestro hermanos han vuelto.

Mis orejas se levantaron con ímpetu al escuchar la voz de Tsireya y lo que estaba anunciando.

Llamé a mi ilu lo más rápido que pude, mirando a Neteyam y extendiéndole mi mano para subir conmigo. Parecía avergonzado por lo que acababa de pasar, y seguramente yo también lo estaría, incluso peor, pero la ilusión por ver a mi hermano espiritual era inmensa en ese momento.

La criatura nadó hasta el grupo de tulkuns por el que comencé a buscar a mi hermano con ansias.

—¿Qué estamos buscando?—sentí el fuerte agarre de Neteyam en mi cintura por la velocidad a la que iba—. Esto es asombroso.

Giré un poco mi cabeza, permitiéndome disfrutar de la sonrisa del Na'vi al ver cómo los tulkuns saltaban felices por el agua.

—A mi hermano espiritual—dije con obviedad—. ¡Ahí está!

Salté del ilu, cayendo frente al tulkun que me reconoció en menos de tres segundos. Nos saludamos efusivamente y danzamos llenos de felicidad por volvernos a ver después de tanto tiempo.

~Hermano, te veo~moví mis manos bajo el agua.

~¿Cómo has estado?~canturreó~. Veo que vienes acompañada.

Miré hacia la superficie. Neteyam observaba todo con una amplia sonrisa, cosa que me hizo agachar las orejas llena de vergüenza.

~Es un Na'vi del bosque~aclaré.

~¿Te gusta?

Por supuesto que jamás podría mentirle a mi hermano espiritual.

~Sí.

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⏰ Última actualización: Jul 17 ⏰

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QUE EYWA GUÍE NUESTROS CORAZONES [] NETEYAM X LECTORA []Donde viven las historias. Descúbrelo ahora