El brillo de las luces del jardín se desvaneció lentamente cuando Nicolás y yo nos separamos después de un momento que sentí como una eternidad. Nos miramos, con la respiración agitada y las mejillas sonrojadas, compartiendo un silencio cargado de emoción. Fue él quien rompió el silencio primero, con una sonrisa tímida y los ojos brillantes.
"Julieta, esto es... increíble," murmuró Nicolás, su voz apenas un susurro en la suave brisa nocturna.
Asentí con una mezcla de nerviosismo y felicidad, incapaz de articular palabra alguna. Nos tomamos de las manos, sintiendo una conexión más profunda de la que jamás hubiera imaginado en tan poco tiempo. Nicolás inclinó su rostro hacia el mío y, con suavidad, rozó mis labios con los suyos en un beso que envió un escalofrío de felicidad por todo mi cuerpo.
Justo cuando nuestras manos se entrelazaban con más firmeza y la emoción nos envolvía, mamá, parada en la entrada de la casa, observándonos con una expresión que mezclaba sorpresa y decepción. Ella nos miró en silencio por un momento que se sintió interminable, luego se dio la vuelta y se retiró sin decir una palabra, lo cual no noté en ese momento.
Al día siguiente, mamá salió de casa temprano en la mañana. Sabía a dónde iba y qué planeaba hacer. Aunque me sentía nerviosa por las consecuencias de nuestro encuentro con Nicolás, no esperaba lo que vendría después. Regresó con una mirada severa en el rostro, y me llamó a su estudio.
"Julieta, sé lo que está sucediendo entre tú y Nicolás García," comenzó, su tono firme y serio. "He hablado con su padre esta mañana. Ambos estamos de acuerdo en que esto no puede continuar."
Intenté protestar, explicarle lo que sentía, pero ella no me dejó hablar.
"Has cruzado una línea, Julieta. No puedo permitir que continúes con esto," dijo con voz firme. "A partir de ahora, estarás bajo mi supervisión directa. No saldrás de esta casa sin mi permiso, y habrá un guardia que vigile tus movimientos todo el día."
Me sentí devastada, atrapada entre el amor que sentía por Nicolás y el deber hacia mi familia. Mamá me dejó en mi habitación, con la puerta cerrada con llave y un guardia apostado afuera. Pasé el resto del día mirando por la ventana, esperando en vano ver a Nicolás, esperando que encontrara una manera de comunicarse conmigo, pero el día transcurrió sin noticias suyas.
La decepción y la tristeza se mezclaban con la sensación de injusticia. No podía soportar la idea de perder a Nicolás después de haber encontrado algo tan especial entre nosotros. En la soledad de mi encierro, me aferré a la esperanza de que encontraríamos una manera de estar juntos, sin importar los obstáculos que se interpusieran en nuestro camino.
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Una historia de amor
Lãng mạnCuenta la historia de Julieta y Nicolas, dos chicos que son separados por sus familias. A pesar de que son de la misma clase social, las familias de Nicolas y Julieta son rivales y no les permiten a estos estar juntos. Julieta es muy curiosa y tiene...