Julieta avanzaba por las calles empapadas, con el corazón lleno de determinación y furia contenida. La mansión de los Garcías se alzaba imponente ante ella, y con cada paso, su ansiedad crecía. Al llegar, tocó con fuerza la puerta y esperó con impaciencia.El padre de Nicolás apareció con gesto frío y distante. Sus ojos penetrantes la observaron con indiferencia, como si Julieta fuera una intrusa en su mundo perfectamente organizado."Señor García", comenzó Julieta, con voz temblorosa pero firme, "necesito hablar con usted sobre Nicolás."El hombre la miró con una expresión que combinaba desdén y curiosidad. Sin embargo, antes de que Julieta pudiera continuar, sus palabras fueron cortadas por la mano firme de un guardia que la tomó del brazo y la condujo hacia afuera, cerrando la puerta tras ellos. La lluvia comenzó a caer en torrentes, mezclándose con las lágrimas que Julieta apenas podía contener.Sumida en la desesperación, una anciana apareció de entre las sombras de la calle. Sus arrugas contaban historias de tiempos olvidados, y su mirada tenía una sabiduría inexplicable."Si te doy un penique por ese pan, ¿cuánto crees que cuesta volver en el tiempo?", dijo la viejita con una sonrisa enigmática.Julieta, confundida por la pregunta pero inexplicablemente intrigada, asintió sin entender del todo. La anciana, con gesto comprensivo, le ofreció acompañarla a casa. Caminaron juntas por las calles mojadas hasta que llegaron a la mansión de Julieta."Gracias por traerme hasta aquí", dijo Julieta con gratitud, mirando hacia la puerta principal con determinación renovada.La anciana le sonrió en silencio y desapareció entre la bruma de la noche. Julieta, empapada y decidida, caminó con paso firme hacia el salón principal de su casa. Al abrir la puerta, encontró a Leonardo y a su padre junto a su madre, en una conversación seria que se detuvo abruptamente al verla entrar."¡Julieta! ¡Qué bueno que llegaste!", exclamó su madre con alivio, aunque su sorpresa era evidente. "Leonardo ha venido a pedir tu mano, y he dicho que sí."Leonardo la miró con ojos llenos de preocupación y esperanza, pero el padre de Leonardo la observaba con una frialdad que le heló el corazón. Julieta se detuvo en el umbral, sintiéndose como una extraña en su propia casa, con el peso de la lluvia y las emociones reprimidas aún sobre ella.El silencio tenso llenó la habitación, roto solo por el sonido persistente de la lluvia afuera y el eco de las palabras no dichas entre ellos.
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Una historia de amor
RomantikCuenta la historia de Julieta y Nicolas, dos chicos que son separados por sus familias. A pesar de que son de la misma clase social, las familias de Nicolas y Julieta son rivales y no les permiten a estos estar juntos. Julieta es muy curiosa y tiene...