семь

99 16 5
                                    

El encuentro y conversación con aquel chico lo dejó con un peor humor, pero al menos causó que se olvidase momentáneamente de Fyodor para quejarse de la idiotez del chico y la osadía que tenía como para acorralarlo en un baño.

Se siente insultado, de alguna forma. No porque lo hayan confundido con un revolucionario, sino porque lo redujeron a algo tan mundano y ordinario. No le gustaba la idea de que otras personas asumieran cosas de él, fantaseando que Nikolai podría unirse al grupo de rebeldes y convivir con ellos a medida que planeaban. Estaba de acuerdo de que Rusia estaba pasando por un enorme descontento social, no estaba ciego, era más que evidente al mirar a las personas y el estado de las calles.

Era indignante saber que no había libertad alguna para nadie, pero opinaba que los revolucionarios y los obreros son personas que están atrapadas en una lucha que carece de sentido. Por otro lado, Nikolai siempre se ha sentido alienado de la sociedad que lo rodeaba, por lo cuál charlas políticas y movimientos sociales de tal tipo no merecían su atención completa, es tan solo un ruido de fondo molesto parecido al zumbido de una mosca.

Dicho esto, no se imaginaba a sí mismo juntándose con ellos. Esas personas no eran para nada interesantes, no tenían chispa alguna, no como Fyodor...

Y, nuevamente, sus pensamientos regresaron a Fyodor.

Durante el fin de semana, Nikolai dibujó otro boceto del ruso. Sus cejas estaban fruncidas en concentración, pero al mismo tiempo se encontraba bastante irritado. Fyodor lo había intoxicado, el ucraniano tenía muy poco control de sus impulsos desde que lo conoció y su mente estaba plagada de ojos oscuros, cabello negro azabache y complexión pálida... ¡Agh!

Era como si... Nikolai fuese el pájaro, y Fyodor su jaula.

No puede volar libremente, no puede escapar de la atracción que siente hacia Fyodor. Y, lo que es peor, no sabe si realmente quiere escapar. Esa dualidad lo consume: por un lado, anhela su libertad, desea romper las cadenas que lo atan; pero por otro lado, la intensidad de su obsesión lo mantiene atado, incapaz de alejarse.

En esos momentos, Nikolai siente una mezcla de odio y amor, de deseo y repulsión. Fyodor es todo lo que quiere y todo lo que teme. Y mientras más intenta escapar, más profundo se hunde.

La única manera de liberarse a sí mismo era matando a Fyodor, estaba seguro de eso.

Cuando una nueva semana comienza, Nikolai considera que sus pensamientos están mucho más claros que los días anteriores, aunque aún nota que de vez en cuando su cerebro se desconecta de la realidad sin aviso alguno.

Es en uno de esos momentos, donde Nikolai se detuvo justo a tiempo antes de entrar a la biblioteca, cuando una chica que jamás había visto en su vida se le acercó con un paso determinado. Se le hizo bastante claro que se acercaba para hablarle, y se preguntó si su expresión desorientada era como un imán para los demás. ¿Cuál otra razón habría? Nadie le había prestado tanta atención antes comparado con ahora.

El cabello de la chica estaba recogido en un moño bajo, pero tenía unos mechones sueltos que enmarcaban su rostro. Su vestido era de un color azul oscuro que le llegaba hasta los tobillos, y llevaba puesto una capa negra que casi la cubría por completo.

Le estaba sonriendo tímidamente a Nikolai, y él se obligo a relajar su postura con el propósito de saber que es lo que quería rápido e irse lo antes posible.

—Hola... —le dijo con voz suave y algo vacilante—. Disculpa, me llamo Ekaterina Petrovna, ¿cómo te llamas?

—...Nikolai, Nikolai Gogol —se presentó, sintiéndose un poco abstraído—. Un gusto, Katya. ¿Cómo puedo ayudarte?

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 19 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

𝖣𝖺𝗋𝗄 𝗂𝗌 𝗍𝗁𝖾 𝖭𝗂𝗀𝗁𝗍 [ 𝐅𝐘𝐎𝐋𝐀𝐈 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora