dies

20 1 0
                                    

Jungkook, arropado debajo de las mantas, se mensajeaba con Jimin, quien le había propuesto salir y disfrutar el día sábado, Jungkook solo escribió una vaga negación y dejó el celular debajo de la almohada.
No quería salir, no quería ver a nadie. Sus ojos se sentía pesados y cada que iba al baño su cuerpo pesaba. Ya eran más de las tres de la tarde, su madre había entrado un par de veces para preguntar si se encontraba bien, Jungkook asintió, excusándose con que le dolía el estómago.
Miró la ventana pero de inmediato dejó de hacerlo al recordar como cierta noche vió una sombra deslizarse, sombra que llevaba por nombre Taehyung.
Se dió vuelta y fijó sus ojos en un calcetín tirado por allí, imaginando una y mil formas de deshacerse de Taehyung. Quizo reír, aquel maldito con un solo movimiento lo podía tener arrodillado, lamiendo el piso si quisiera y Jungkook se sentía cobarde, un imbecil. Estaba claro que no podía librarse de ese ser pero al menos debía intentarlo y ni siquiera se atrevía a abrir la boca.

Su madre llegó minutos depués con una bandeja; sobre ella un plato con caldo de pollo y un vaso de agua, se sentó al lado de su hijo, quién aún no quería dejar fuera de su rostro las mantas.

- Jungkook, sé que te duele el estomago, pero debes comer.

El chico suspiró, miró a su mamá y se alegró de tenerla. Contempló sus arrugas que aunque se notaban cuando reía o se enojaba, eran opacadas por los suaves rasgos de su rostro. Quiso besar su mejilla, abrazarla, sin embargo, se limitó a sentarse, reprimió un quejido debido a su espalda e intentó tomar el caldo, sintiendo la mirada preocupada de su mamá en todo momento.

- ¿Jungkook, estás seguro que no sucede nada más?- Le preguntó- Has estado decaido desde hace unos días.

De los labios del menor brotó un suspiro tembloroso, sentía un nudo en su garganta. Tomó agua y habló.

- No sucede nada- Se obligó a asegurar- es solo que no me he sentido bien de salud estos días.

La mujer le tocó la frente, para asegurarse si su hijo tenía fiebre pero en realidad su temperatura estaba normal.

- ¿Que exactamente te duele?- Le volvió a preguntar.

La mano del chico tembló. Si su madre seguía hablando era probable que se derrumbara allí mismo. Volvió a suspirar para aligerar el nudo en su garganta.

- El estomago, ya te dije.

Aunque no quedó demasiado convencida, después de un rato salió a petición de Jungkook, quien se volvió a arropar, soltando por fin el nudo de su garganta. Lloró, con el rostro debajo de la almohada, aferrando su manos a las mantas. Oh, dios, estaba jodidamente asustado. Gimoteó, con la almohada amortiguando sus sollozos, de vez en cuando hipeaba y cerraba los ojos, hasta que por fin se durmió.

.

Al rededor de la seis de la tarde su celular vibró, Jungkook, con los ojos hinchados y el cabello revuelto, vió la pantalla; era Jimin y quiso cortar pero sus ojos aún no se abrian del todo a causa de la somnolencia y su dedos dió al circulito verde.
Se escuchó un chillido desde el otro lado de la línea.

- Jungkook, estoy afuera de tu casa ¿Me vienes a abrir?

El muchacho de pronto abrió los ojos de para en par, cortó la llamada y se levantó de un salto de la cama. Se vistió con lo primero que vió para correr a la entrada. Bajando las escaleras un sin fin de pensamientos atormentaron su cabeza y todos los escenarios tenía que ver con Taehyung; Taehyung enterándose, Taehyung golpeándolo, Taehyung sonriendo. Oh, maldita sea, esa sonrisa maníaca aún no se borraba de la mente de Jungkook, aún recordaba aquellos delgado labios estirados, dejando a la vista sus relucientes colmillos, sus ojos más abietos de lo normal, escrutando su cuerpo, planeando atrocidades. Colmillos. Fusta. Degarrar. Sangre.

Abrió la puerta, dejando ver a un Jimin preocupado.

- ¿Jungkook, te sientes bien?

Jeong no lo notó hasta que se tocó las mejillas; lágrimas. Había llorado mientras iba a abrir la puerta pero había estado tan sumergido en sus pensamientos... Se limpió el rostro con el dorso de su sudadera, asintiendo.

- Si, solo me duele el estomago- Respondió.

El rubio arrugó las cejas, de pronto alzó su mano para tocar su frente.

- No tienes... na...

Jungkook miró la calle, la acera, las casa, ciertas personas que pasaban por allí y un escalofrío serpenteó su columna vertebral al imaginar al vampiro, estaba  allí, observándolo desde una esquina, o tal vez desde la otra calle. De pronto, se encontró así mismo cerrando la puerta pero debido a un peso extra no pudo cerrarla; Jimin había puesto su pie debajo, entre la puerta y el umbral. El pelinegro trató de empujar con fuerza.

- ¡Ah! ¡Ah! ¿Jungkook, que te sucede?

El nombrado resopló, esto lo hacía por el bien de ambos.

- Saca tu pie, no quiero que entres.

- Pero tenemos que hablar...- Jimin trató de convencer a su amigo.

- ¡Que saques tu pie!- Gritó, irritado, con el pulso a mil y rasgando la madera de la puerta. Jimin, al verlo en ese estado, decidió obdecer, sacó su pie y su amigo le cerró la puerta en las narices. Jungkook iba encerrarse de nuevo en su habitación, pero llegó su madre con una mueca.

- ¿Vino alguien?- Le preguntó con una mascarilla en la cara, una toalla en su cabello y una bata blanca. Había salido de ducharse. El chico negó y la fue a abrazar, sintiéndose cansado y abrumado. La mujer le devolvió el abrazo, tratando de no sonreir para que no se le saliera la mascarilla- ¿Ya estás mejor? Tú papá fue comprar a la farmacia para ver que encontraba para tu dolor de estómago.

El chico rió sin ganas.

- Estaré bien, creo que ya me siento un poco mejor.

Su madre lo miró, no creyéndole del todo y subió las escaleras para llegar a su habitación.

Mientras tanto, Jimin seguía de pie detrás de la puerta, se asomó por la ventana al lado de la puerta. Vió a Jungkook, se le notaba cansado. Suspiró y se fue.

Monster /Vkook/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora