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- Señora, son 230.


- Pero no llevo tanto dinero.


- Entonces deje algunos productos.


- Pero necesito todos los productos.


- Y yo necesito que deje rápido los productos para atender al resto. 


- Ala que bruto eres --interrumpí-- Señora, si quiere le guardamos todo hasta que tenga el dinero.


- Señorita, lo necesito ahora.


- Mira si quiere se lo pago y ya me lo devolverá.


- ¡Muchas gracias! ¡Que dios te bendiga!


- Coral, es la tercera vez en el mes que una abuela te estafa.


Le dije mientras me acercaba a ellos y la abuela se iba sin pagar. Llevaba poco en el puesto de trabajo pero me había hecho amiga tanto de Octavio como de Coral, ella era muy bondadosa e inocente, todo lo contrario a Octavio.


- Haber cuando aprendes Coral. A este paso no tendré ni que pagarte un sueldo.


- Cállate Octavio, algún día esto me lo recompensaran.


- Si, cuantas abuelas que has ayudado te han pagado?


- Pues... Bueno, ehm...


- Exacto, ninguna.


- No seas tan duro con la pobre, es inocente.


- No soy inocente!


- Ya, ya.


Octavio y yo soltamos unas risas, todo iba tan bien y tranquilo en aquel momento que me gustaría que hubiera durado mucho tiempo. Acabamos de cobrar, en lo que matábamos el tiempo ayudando a la gente a encontrar el producto que querían y algunos reponían llegó la media hora de descanso. Me despedí de Coral, en este descanso nos tocaba a mí y a Octavio, me comí una ensaladilla rusa que me hizo Cira que estuvo buenísima. Octavio se acercó a mi casi babeando.


- Ala, yo también quiero, es mi favorita.


- Sigue soñando, si quieres ponte a la cola.


- Oye, soy tu jefe, me debes sumisión.


- Sigue soñando, no me doblegare ante nadie.


AtlantisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora