02

449 34 0
                                    


Escucho la puerta abrirse y espero a que John venga hacia la cocina, cuando lo hace hay dos cosas de las que me doy cuenta: Uno, está enfadado. Dos, está herido.

—¿Estás bien? —pregunto, la preocupación sale sola de mi ser.

Los ojos de John encuentran los míos, no me contesta al segundo, es más, me da tiempo a secarme las manos mojadas y acercarme a él.

—Estoy bien, Violet. —suspira, sentándose en una silla.

—Estás sangrando. —le hago saber, como si él no estuviera consciente de ello— Déjame ayudarte.

Lo veo hacerme un gesto de indiferencia, su mirada pasa de mí a sus nudillos ensangrentados:— Como quieras. —murmura.

Agarro una silla y la pongo frente a la de él, junto con vendas, agua oxigenada y un trapo húmedo.

—¿No me vas a preguntar? —cuestiona, después de unos segundos en silencio, en los cuales me concentro en quitar toda sangre de sus manos.

Inspiro profundo, llevando mi mirada a la suya. Sus ojos que antes se veían con ese brillo de rabia se ha relajado, ahora se ve cansado.

—¿Me contestarías con la verdad? —pregunto de vuelta, su sonrisa de lado me da la respuesta que esperaba.

—Nunca se sabe.

—Te ves fatal. —confieso, sin poder contenerme.

Y, como si eso fuera poco, en un pequeño impulso, mi mano viaja a su rostro dejando una suave acaricia en su mejilla. Su piel se siente suave bajo mis dedos y, aunque yo no tenga mis ojos puestos en los suyos puedo sentir su fuerte mirada encima de mí.

Cuando me doy cuenta de mi acción bajo mi mano con rapidez, casi avergonzada, evito su mirada y le pido la otra mano.

—Deberías darte una ducha cuando acabé. —le digo, sin poder mirarlo.

¿En qué estaba pensado?

—¿Tan mal huelo? —su broma me hacce sonreír, negando con la cabeza.

—Te ayudará a dormir.

Sé lo mucho que le cuesta dormir a veces y, viendo lo cansado que hoy se encuentra, estoy segura de que con una ducha caliente terminará cayendo en el sueño.

—¿Quieres que te preparé el baño? —pregunto, cuando él no se toma la molestia de responder mi comentario de antes, sintiendo una necesidad de tapar el silencio que nos rodea.

Se siente raro estar así con John, el aire se siente diferente a las veces que hemos estado a solas, no sé si será porque no deja de mirarme, o por la tontería que he hecho de acariciar su rostro, pero hay algo diferente.

—¿Harías eso por mí?

Eso me hace sonreír, llevando mi mirada a la suya.

—No soy tan mala persona, ¿sabes? —digo, divertida.

—Nunca he pensado que lo fueras, pero a mí me odias.

Termino de poner la venda en su mano y pongo las cosas en un lado de la mesa, justo cuando voy a contestar, él sigue hablando.

—Y no te culpo de ello, te han hecho casarte conmigo a la fuerza.

Era cierto. Yo nunca, en mi vida, hubiera pedido casarme con un Shelby pero, ¿lo odiaba por ello? No, claro que no. Mi corazón no tenía tanta maldad como para odiar a alguien, ni siquiera a alguien como John Shelby.

—Bueno —sigue hablando, sacándome de mis pensamientos—, ¿sigue en pie lo de la ducha? —asiento con la cabeza, ensimismada en sus palabras de antes— Perfecto.

Lo veo levantarse de la silla y hago lo mismo, caminando hacía la cocina para calentar una olla de agua. John me sigue hacía allí y se queda apoyado en la pared, mirándome preparar agua.

—No te odio. —le hago saber, dándole la espalda.

—Entonces, eres más buena persona de lo que pensé. —lo escucho decir y suena sincero.

—No digo que no tenga una espinita clavada, eh. —contesto, girándome hacia él. Mi comentario le hace sonreír.

—¿Piensas en qué hubiera sido de ti si no estuvieras conmigo? —pregunta, y me tomo unos segundos antes de asentir con la cabeza— ¿Tenías pensado casarte? ¿O todo esto es una tortura para ti? —sonrío.

—Tenía pensado casarme por amor. —le confieso, sin poder quitar mis ojos de los suyos— Enamorarme tanto de alguien hasta que doliera. —lo veo pasar su lengua por sus labios, escuchándome— Tener muchos hijos y ser una buena y feliz familia. —él no me contesta— Pero bueno, así es la vida. —me encojo de hombros, restándole importancia.

—No puedo creer que no me odies. —suelta, después de unos segundos— Te he quitado todo eso, Violet, debería odiarme.

—No le pusiste una pistola a mis padres en la cabeza para que aceptaran por mí, ¿o sí? —lo veo negar con la cabeza y yo le doy una sonrisa— Exacto. Ellos también tienen la culpa.

Apago el fuego y agarro la olla, empiezo a caminar hacía el baño con John detrás de mí.

—No esperarías que le dijeran que no a un puto Peaky Blinder, ¿no? —cuestiona, como si fuera lógico.

—¿Por qué te empeñas en qué te odie?

—Porque me lo merezco. —respondo, cuando yo empiezo a tirar el agua en la bañera.

—No te lo voy a negar, pero bueno, esté rollo... ya me da igual, John. Además, ¿y qué si nunca me hubiera enamorado?

—Eso es pura mierda. No me puedo imaginar a ningún hombre que no cayera por ti.

—¿Y si hubiera acabado con un maltratador?

—Estás con un Shelby, Violet. —me recuerda.

—Pero nunca me has puesto un dedo encima. —contesto, con el mismo tono de voz que el suyo— Y nunca has intentado propasarte. Aún y queriendo tener hijos ya, esperas a que te dé alguna señal.

Lo observo por unos segundos, parece que piensa mis palabras pero sus ojos no se apartan de mí, de mi figura. Supongo que está conversación le hará pensar tanto como a mi.

—Métete ya o se enfriará. —le aviso, caminando hacía la puerta— Cuando salgas trataré de tener la cena lista.

Infinity  ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora