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Me vuelvo hacía detrás del cajero, cobrándole un café a una señora, justo cuando ella sale por la puerta dos hombres que hacen barullo entran en la cafetería. No me hace falta llevar mi vista hacía ellos porque ya sé quiénes son, así que solo sigo poniendo el dinero en su sitio correspondiente.

Arthur y John llegan en frente a mí y ahí es cuando llevo mi mirada hacía ambos.

—Estás guapísima hasta trabajando. —complementa Arthur, John lo mira de reojo, su ceja alzándose en una regañina silenciosa. Una sonrisa crece en mis labios.

—Gracias, Arthur. ¿Os apetece algo? —pregunto, algo confundida por que estén aquí, ellos no suelen aparecer por mi cafetería.

—Te pondría en un pedestal si me pusieras uno de esos croissants, se ven riquísimos. —responde Arthur, John rueda los ojos.

—No hace falta lo del pedestal, —respondo, divertida— aun que no estaría mal. —bromeo.

—No, no estaría mal, ¿a qué no, John? —ambos llevamos nuestra mirada hacia mi marido, el cual está esperando poder hablar conmigo con sus manos cruzadas por delante.

—Como sea, —rechista— Arthur cierra la boca y espérame fuera.

—Espera, —le digo, dándole una mirada desconfiada a John— ten, te he puesto un par. —le digo a Arthur.

—Sí, te tendré que poner en un pedestal. —dice, mientras sale de la cafetería.

Una vez estamos a solas, John se acerca al mármol y yo imito su acción, creando un espacio más pequeño entre nosotros, siendo lo único que nos distancia la caja registradora.

—¿Ha pasado algo? —le pregunto, casi en un murmuro.

—Sí, lo que pasa es que necesito que salgas temprano esta noche.

—Puedo cerrar ya si quieres. —le digo, porque si ha pasado algo quiero ir con él donde sea. Pero niega con la cabeza— John, si ha pasado algo no pienso dejarte solo.

—No es grave, Violet. Además, es algo bueno. Cierra a las ocho, ponte bonita y tienes que estar lista a las nueve.

—¿Bonita? —pregunto, confundida. John me sonríe.

—Aun que no tengas que hacer mucho para lograrlo. —vacila, su sonrisa coqueta me hace sonreír.

—¿Dónde vamos? —pregunto, interesada.

—Una fiesta, no habrá mucha gente, solo los importantes. —asiento con la cabeza.

—Bien.

—Bien. —repite, sin apartar su mirada de la mía.

Y, por unos milisegundos, deseo que se despida de mí dejando un corto beso en mis labios, no permito que mi mirada baje a sus labios pero un pequeño impulso es lo que me empuja a hacerlo, un pequeño deseo de saber como se ven ahora. Redondos. Rosados. Apetecibles.

No, no. Aparto mi mirada, volviendo a sus ojos, y puedo ver el momento justo en el que él se da cuenta de lo que ha sucedido porque sonríe. Sonríe de esa manera que haría a cualquier chica caer por él.

—Bien. —vuelve a repetir, su tono más bajo está vez, y me veo suplicando a Dios que se vaya ya— Nos vemos esta noche, Violet.

Asiento con la cabeza:— Nos vemos, John.

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