Extra (Único)

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El sol apenas comenzaba a despuntar en el horizonte cuando Seokjin, Suga, Jungkook y el resto del grupo se reunieron en la entrada del bosque. La atmósfera estaba cargada de tensión y anticipación; sabían que el día que tenían por delante sería uno de los más importantes de sus vidas. La misión era clara: encontrar el lugar donde la perla podría ser destruida para siempre.

Habían pasado semanas investigando, siguiendo pistas antiguas y descifrando textos arcanos. Finalmente, habían encontrado una referencia en un manuscrito antiguo que hablaba de un santuario oculto en lo más profundo del bosque, un lugar donde la magia ancestral podría deshacer el poder de la perla.

-¿Todos listos? -preguntó Seokjin, su voz firme pero con un tinte de preocupación.

-Más que listos -respondió Suga, ajustándose la mochila en los hombros-. Es ahora o nunca.

El grupo comenzó su marcha, adentrándose en el bosque con paso decidido. Jungkook caminaba al lado de Taehyung, quienes intercambiaban miradas de complicidad y nerviosismo. Había algo no dicho entre ellos, una tensión que ambos sentían pero que ninguno se atrevía a mencionar.

Tras horas de caminata, finalmente llegaron a un claro donde se alzaba un antiguo santuario de piedra, cubierto de musgo y enredaderas. Era un lugar que parecía detenido en el tiempo, emanando una energía antigua y poderosa.

-Este es el lugar -dijo Seokjin, consultando el manuscrito una vez más-. Aquí es donde debe desaparecer la perla.

Jungkook sacó la perla de su bolsa, la pequeña joya brillando con una luz propia. La colocó en el centro del altar de piedra, y todos retrocedieron un paso, observando con expectación.

-Ahora todos juntos -indicó Seokjin-. Reciten las palabras del manuscrito.

Todos comenzaron a recitar las palabras mágicas en unísono, sus voces entrelazándose en un cántico antiguo. La perla comenzó a vibrar, primero suavemente y luego con mayor intensidad, emitiendo una luz cegadora. De repente, con un estallido de energía, la perla se desintegró en mil pedazos, su poder finalmente disipado.

El grupo se quedó en silencio, asimilando lo que acababa de ocurrir. Finalmente, la perla había desaparecido para siempre. Seokjin soltó un suspiro de alivio, y Suga se permitió una sonrisa de satisfacción.

Pero mientras los demás celebraban, Taehyung se quedó quieto, mirando a Jungkook. Sabía que este era el momento de hablar, de decir lo que había guardado en su corazón durante tanto tiempo.

-Jungkook, ¿podemos hablar? -preguntó Taehyung, su voz temblando ligeramente.

Jungkook asintió, siguiendo a Taehyung hasta un rincón apartado del santuario. El silencio entre ellos se hizo palpable, cada segundo estirándose como una eternidad.

-Jungkook, yo... -comenzó Taehyung, luchando por encontrar las palabras-. Durante todo este tiempo, he sentido algo por ti. Sé que puede ser complicado, que nuestras vidas son diferentes y que este camino no será fácil, pero no puedo seguir guardando esto.

Jungkook se quedó en silencio por un momento, sus ojos encontrándose con los de Taehyung. Luego, sin decir una palabra, dio un paso adelante y tomó la mano de Taehyung.

-No tienes que irte, Tae -dijo Jungkook, su voz suave pero firme-. Quédate conmigo. Podemos enfrentar lo que venga juntos.

Los ojos de Taehyung se llenaron de lágrimas, pero eran lágrimas de felicidad. Asintió, y Jungkook lo atrajo hacia sí en un abrazo, sellando con ese gesto lo que las palabras no podían expresar.

El resto del grupo los observaba desde la distancia, sonriendo ante la escena. Habían vencido a la perla y ahora, con nuevos lazos formados y viejas heridas comenzando a sanar, sabían que el futuro, aunque incierto, estaba lleno de esperanza.

Me enamoré de un mitad Bestia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora