[7] De la elegancia a la frialdad

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Las palabras que salieron de la boca de Ace las sentí como si me hubiera atravesado la hoja de un guillotina como ocurrió en mis vidas pasadas. Peor todavía fue descubrir que mi propio abuelo estaba confabulando a mis espaldas, sin siquiera darme una mínima pista de lo que estaba buscando para mí.

Tenía que ser, entre todas las opciones, una de las personas que más detestaba en esta vida: Ace Winter.

Cabe recalcar que el resto de la fiesta la pasé mortificado, manteniéndome callado más de lo normal, y evitando las conversaciones de la forma más sutil posible. No sé ni cuántas veces me excusé para ir al baño, o alejarme hasta el balcón para mantener la mente lo más calmada posible. No conseguí nada.

Mi padre intentaba hacer manidos intentos de acercarse hacia el hijo que a duras penas podía convivir en la misma habitación en una década, el abuelo se mantenía observante desde la distancia, y tanto Ace como el Príncipe Dilak no dejaban casi de intentar probar suerte conmigo. No hace falta decir que tuve que hacer mi mejor actuación a la hora de los regalos, siempre manteniendo el tono cordial aunque la persona que me lo había dado fue grosero alguna vez conmigo, o sólo intentaba atajar para llegar hasta mi abuelo al utilizarme como puente.

Cuando la fiesta terminó y la gente se fue, me largué de inmediato sin despedirme de nadie en dirección a la mansión de mi padre. Sasha, la pobre que no entendía nada, me persiguió intentando llamar mi atención de todas las maneras aunque sin obtener resultado.

Sólo en la puerta de mi habitación le pedí que descansara bien y cerré sin siquiera esperar su respuesta.

Admito que en ese momento estaba muy temperamental, buscando explicaciones sobre el por qué el abuelo le plantaría a Ace Winter mi mano en matrimonio cuando todavía no había cumplido ni diez años. ¿Lo planeó cuando se declaró delante de la familia, tres años atrás? ¿Era una forma de castigarme por no tapar una grieta de la manera correcta? ¿Quizás era su manera de retarme a que siguiera adelante con mis "exigencias" cuando fuera un Langris oficialmente?

Viéndolo desde la perspectiva política, los Winter poseían una fuerte potencia militar privada y selecta, siendo uno de los escasos lugares cercanos que podrían sobrevivir con poco esfuerzo a pequeñas guerrillas o un motín. Al ser desconfiados por naturaleza, se asegurarían que nada ni nadie pensara siquiera en traicionarlos aunque sin con ello perdían la vida. Económicamente eran acomodados, ya que tenían un Gran Ducado, algo que estaba a un nivel económico para que prácticamente cualquier dama soñaría a la hora de esposarse. E históricamente no eran una familia con un cúmulo de malas noticias según podía recordar: Albion Winter era un hombre atractivo, de fuertes ideales y estricto a la hora de demostrar que él no era un hombre de moral cuestionable y liderazgo débil; su esposa, aunque delicada por fuera, poseía una mente astuta como si hubiera vivido más años de los que tenía y poseía una gracia que eclipsaría a cualquier mujer.

Albion Winter posee una buena lista de pequeñas batallas donde siempre salió victorioso, y una a gran escala cuando yo a duras penas tenía cinco años que duró por dos años. O al menos relataban los libros de historia en el futuro. Su mujer siempre fue considerada una mujer elegante que podía ganarse el favor de cualquiera, siempre y cuando éste demostrara que garantizar la confianza de la mujer era algo mucho más valioso que el oro. Fue una institutriz valorada por la alta aristocracia, creando a mujeres de personalidad perfeccionada, como si ella fuera una artista y las chicas sus creaciones.

Esta encerrona me había salido cara, creyendo que podría ir varios pasos por delante de mi abuelo. Así que tengo que pensar bien tras recibir una desagradable variable.


—Thanus —suena mi nombre detrás de la puerta, tras dar cuatro golpes.

Sólo una persona da cuatro golpes.

Cuatro de corazones  [COMPLETADO en INKITT]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora