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La serotonina influye en el amor al mejorar el estado de ánimo y el bienestar, promover comportamientos prosociales como la confianza, reducir la ansiedad y estabilizar las emociones, lo que fortalece las relaciones románticas.


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— Oye, Izu

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— Oye, Izu... ¿me odiarías si te he mentido estos últimos días?

El chico la observó fijamente al hablar. La ventana abierta de par en par junto a su cama dejaban entrar sin repudio alguno todos los rayos del fuerte sol de aquel verano cualquiera de un año cualquiera lo probaron de ver al detalle el rostro frente a sus ojos.

— La verdad es que... estoy asustada. —susurró con una suave sonrisa.

Para Izuku, las blancas paredes a su alrededor le causaban pánico. El olor de las medicinas lo detestaba y el andar de las enfermeras lo enfermaban. Estaba tan acostumbrado a encontrarse en ese hospital que odiaba despertar y ver lo mismo todos los días.

Izuku se acercó un poco más a ella quien se encontraba recostaba sobre la cama y tomó con delicadeza su mano. — Te amo... —musitó en un aliento de desespero.

Su cabello color castaño hasta los hombros se movió con sutileza al unísono de los delicados destellos del viento. Su mirada siempre cansada que guardaba un inigualable brillo solamente para él lo observaron y aquella linda sonrisa debajo de sus mejillas con un sonrojo imborrable de su rostro se agrandó al instante.

— Siempre sabes que decir para hacerme feliz, eh... —la chica movió su delicada mano sin apenas fuerza hasta su mejilla llena de pecas y la acarició.  — Mi pequeño Izu...

Izuku se incorporó de golpe. Respiraba pesada y torpemente tratando de recuperar el aire. Al instante comenzó a toser y sin su permiso, un par de lágrimas inundaban sus ojos verdes.
Desconcertado observó a sus alrededores; la biblioteca casi vacía siendo iluminada por apenas el sol que se ocultaba vislumbraron con sus últimos destellos la mesa donde había dormido, llena de papales y libros que odiaba tocar.

¿Por qué no sales de mi cabeza? —el chico musitó en un susurro. El dolor en su pecho incrementó y las ganas de llorar con él.

Izuku tomó todas sus cosas y decidió huir de ahí, como había hecho siempre.


[. . .]



— Mañana provocaré un incendio en la oficina sin querer queriendo para no ir a trabajar... —suspiró con cansancio. — Me duelen de estar sentada tanto tiempo... —Kaina movió sus manos hasta sus caderas, sobándolas suavemente.

Odiaba su empleo en la oficina. Odiaba la gente a su alrededor en aquel cubículo y odiaba estar ahí. Si pudiera decir lo único bueno de trabajar ahí, sería que al salir, las vistas del atardecer le tranquilizaban un poco.

Serotonina | IzukuxLadyNagantDonde viven las historias. Descúbrelo ahora