[𝟮𝟱]: Siempre seras una 𝘁𝗼𝗻𝘁𝗮.

394 43 131
                                    

   La felicidad desbordaba de la descuidada cabaña femenina

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

   La felicidad desbordaba de la descuidada cabaña femenina. La joven rubia paseaba de un lado para el otro, tarareando.

    La sonrisa no abandonaba su rostro en ningún momento, puesto que la emoción de no haber sido descalificada, era superior a todo.

   Nunca había estado tan cerca antes de la eliminación (si lo estuvo).

—Y rodando por la montaña, y rodando por la montaña.—cantaba ella, girando en su lugar.

   Su voz, lejos de ser armoniosa y agradable, era totalmente lo contrario: desafinada, aguda y chillona.

   El reloj en la pared indicaba que era las dos de la mañana, cuando el sol aún se mantenía oculto, esperando tímidamente el inicio de la mañana.

  El cielo nocturno se extendía como un manto de terciopelo negro, salpicado de innumerables estrellas titilantes, cada una brillando con su propia intensidad.

   La luna, en su fase creciente, colgaba baja en el horizonte, derramando una suave luz plateada que bañaba el paisaje en un resplandor etéreo. Las constelaciones se revelaban en patrones antiguos, contando historias de dioses y héroes olvidados.

   Las chicas se miraron entre sí, los cantos de Lindsay les impedían poder tener su sueño adecuado.

   Furiosa, Heather le arrojó una de las almohadas al rostro, que funciono de manera perfecta para callarla.

—¡Será mejor que tu ruedes por la montaña, porque yo ya no te soporto!—protestó con los ojos entrecerrados del sueño, su clásico ceño fruncido presente en su expresión.

—Esa era mi almohada...—murmuró la peli-[C/P], apoyando la cabeza entre sus brazos.

   Leshawna soltó un suspiro, exhalando todo el aire de sus pulmones con cansancio.

—Como grita esa blanquita.—se quejo, frotando uno de sus ojos.

—Perdón...ya me voy a dormir.—se disculpó Lindsay, ofendida.

   Aliviadas, las jóvenes se encontraban por volver a la cama, hasta que una irritante voz las llamó.

—¡Atención, valientes guerreros!—chilló la voz de Chris, con un tono cantarin—¡Despiertense y diríjanse al campo de batalla!

   Se miraron entre si, intercambiando miradas cargadas de confusión.

—¿"Campo de batalla"?

   El grito de Chris, vibrante y deslumbrante, atravesó el silencio de la noche como un trueno. Las chicas se levantaron de un salto, con los ojos todavía pegados de sueño, tratando de sacudirse la confusión.

—¡Vamos, vamos, no hay tiempo que perder! —anunció Chris con entusiasmo exagerado, su voz resonando en el campamento.

   Las jóvenes, sin mucho que hacer más que seguir las órdenes, se dirigieron hacia la zona del campamento, donde una fogata chisporroteaba en el centro, rodeada de troncos y bancos improvisados.

𝗧𝗵𝗲 𝘀𝘁𝗼𝗿𝘆 𝗰𝗼𝗻𝘁𝗶𝗻𝘂𝗲𝘀-      (Alejandro Burromuerto)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora