"Tengo fe que esos ojito' un día me van a mirar, yo me caso contigo, mi nombre suena bien con tu apellido, 'Toy esperando el primer descuido, pa' presentarte como mi marido."
Si Antes Te Hubiera Conocido- Karol G
Oficialmente, podría considerarme una persona poco estable. Estacioné mi auto de manera cuestionable frente al complejo de apartamentos donde vivía Emma. ¿Importaba? Claro que no. No todos los días conoces al futuro padre de tus hijos, ¿verdad? Bueno, tal vez estaba adelantándome un poco, pero no podía evitarlo. Mi nivel de confianza rozaba lo absurdo, y eso era parte de mi encanto.
—Dime que está en el cuarto —dije mientras entraba en el apartamento, dejándome caer dramáticamente sobre el sofá de cuero. No estaba lista para aceptar ningún tipo de decepción.
—Nope —respondió Emma, sin ningún reparo en destrozar mi fantasía—. Ni rastro de él.
El golpe a mi ilusión fue tan rápido que apenas pude asimilarlo. De estar en la cima del mundo a desplomarme en el sofá en cuestión de segundos. Me miré el vestido corto que llevaba y pensé en mi lindo maquillaje. Todo para un encuentro que, al parecer, no ocurriría.
—¿Pero le escribiste? —insistí, sin poder ocultar mi frustración.
—Sí, pero no responde. —Su tono era tan relajado que me hizo fruncir el ceño—. ¿Crees que deba llamar a la policía? —dijo, fingiendo una preocupación absurda que me hizo sonreír.
—Podrían haber mandado un mensaje. —Resoplé, intentando mantener la compostura, aunque la verdad era que estaba en el borde de una crisis de nervios.
Horas después...
Sentí un murmullo cerca de mí y me giré un poco, incómoda por la posición en la que me había quedado dormida en el sofá. Fruncí el ceño al oír una voz baja, la de Max murmurando algo. Me incorporé lentamente, adormilada, y lo primero que vi fue... Oh, Dios. ¿Qué demonios?
Cerca de la puerta, un hombre alto, con una chaqueta blanca, imponente y con una espalda que hacía que todas mis fantasías cobraran vida. Era elegante, fuerte, y honestamente, creo que en ese momento mis bragas se arruinaron por completo.
Me levanté con cuidado, descalza, y traté de no parecer una idiota total. Max me lanzó una mirada rápida y una sonrisa cómplice antes de girarse hacia la cocina, como si todo fuera normal.
—Buenos días, Liv. —me saludó despreocupado.
Sacudí mi mano en un torpe saludo y ahí estaba. Edward. Con sus ojos azules deslumbrantes, parpadeando en mi dirección. El chico tenía escrito "problemas" en su rostro, y la forma en que me miraba, como si fuera una mezcla entre curiosidad y timidez, hizo que mi corazón latiera aún más rápido.
—Hola —dijo en voz baja, su acento británico derritiéndome en el acto—. Lamento haberte despertado.
Mi sonrisa fue instantánea, como si alguien hubiera pulsado un botón. Oh, no me molestaba en lo absoluto. De hecho, me hubiera gustado que me despertara de otra manera, pero para ser la primera vez, no estaba nada mal.
—No te preocupes —respondí, tratando de sonar casual—. Estaba a punto de levantarme de todas formas. —Mentira, claro. Pero ¿qué otra cosa podía decir?
—Soy Edward —añadió mientras inclinaba un poco la cabeza, y su mirada me recorrió de pies a cabeza. Casi sentí cómo mis piernas flaqueaban. ¿Qué clase de poder sobrenatural tenía este hombre?
—Lo sé —solté una pequeña risa nerviosa, sintiéndome algo tonta—. Emma habla mucho de ti. —Genial, Olivia. Perfecto. Solo necesitabas parecer una idiota.