Los ciclos interminables

107 16 7
                                    

Advertencia: Mención por parte de Aemond de algunas fantasias oscuras y violencia hacia Luke.

━━━━━━※━━━━━━━

Príncipe Aemond Targaryen

Príncipe Lucerys Velaryon

Por voluntad de su majestad, Rhaena I de la casa Targaryen, señora de los Ándalos, los Rhyonar y los Primeros Hombres, Señora del reino y su protectora; se les convoca a ambos a la corte de manera urgente.

Por favor, traer con ustedes a los príncipes Jaehaera Targaryen y Aegon Targaryen.

La carta llega dos meses después de su rito. La noche en la que Daenaera, después de ocho horas de dolores, ha dado a luz una niña a la que le ponen el nombre de Naerys. Es pequeña, delgada, con una fina capa de vello blanco sobre su cabeza.

Aegon, el pequeño, ha llorado durante todo el día, en brazos de Viserys, pidiendo ver a su madre; solo se calma cuando es invitado por Jaehaera para tomar con ella algo de comida y pasar tiempo con Daeron y Daena. Aemon, más callado y silencioso, solo ha mirado a todos con extrañeza. Los gemelos, pese a las desesperanzas de algunos, se han adaptado bien a estar junto a más niños, aunque extrañan el norte. Aemond los quiere, como supone que la demás gente llega a querer a sus nietos: hijos que le son ajenos, pero vienen llenos de babas y suciedad a ofrecer abrazos y besos pegajosos.

Lucerys es mucho mejor con todos ellos. Les lee cuentos, les presta ropa para disfrazarse y encarga para ellos regalos desde el otro lado del Mar Angosto. Cuando lee la carta, piensa primero en ellos.

―Daeron, Daena y Elaena deben quedarse con Viserys y Daenaera ―dice―. Rhaena debe estar enojada por lo que sea que hayan dicho o hecho sus hijas.

Las princesas se habían quedado casi un mes en la isla. Rickon Stark y Nymor Martell hicieron tiempo para que sus acompañantes se acostumbrasen al clima de los territorios centrales y despacharon un sin fin de cartas a todos sitios, planteando alianzas comerciales y territoriales: El Norte tiene hierro y carne, Dorne tiene especias y acceso a tratos con tierras lejanas. Los Velaryon y Celtigar fungieron como intermediarios.

Daegal hizo un viaje corto para ver a su familia y presentar a sus hijas con su hermano, quien alabó la belleza de las tres, así como presentó a su esposa y sus propios hijos. Por primera vez en milenios, las últimas tres casas de la extinta valyria tienen conexiones directas en la sangre.

Luego, todos habían partido para Bastión de tormentas, para dejar a Aena y Royce allí. El chico Baratheon estaba entusiasmado por mostrar a su prometida sus tierras y prometerle fidelidad. Aena resultó ser, a pesar de su timidez, una amazona experimentada y una estudiante dedicada de las plantas y los animales, hechos que para un señor de una región agreste y próspera fue un respiro. Los dos se veían animados por participar de la caza una vez todo estuviera asentado en las Tierras de la Tormenta.

Ahora, después de un mes de soledad, el comunicado urgente desde Desembarco solo augura problemas.

―¿Por qué mi hermana querría que fuésemos a verla? ―pregunta Aegon, mirando las letras en el pergamino―. No me interesa en lo más mínimo su trono, ni los problemas que ella misma creó. No voy a dejar a mis hijos, ni iré a verla.

―No verla es desobediencia ―le recuerda Jaehaera, sentada junto al fuego con Elaena dormitando en su pecho y un pequeño Aemo mecido en una cuna―. Podemos ir, si las cosas se complican volaremos de vuelta.

―No podemos dejar a Viserys con cinco niños, una recién nacida y su esposa en cama.

―No, pero tienen a su niñeras y mucamas. ―Aemond recuerda haber crecido con la sombra de su septa tras él―. Viserys lo entenderá, además es mejor que Daenaera se quede aquí mientras regresamos. Dejaré un regimiento cuidando la isla.

Enredaderas y  escamasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora