El destino que hemos contemplado

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Contra el buen juicio de Aemond, Lucerys se monta tras él en Monterix cuando van a salir de la isla. No sabe si están enojados o no, no sabe si el otro le quiere o no, pero está dispuesto a arriesgarlo todo por este pequeño oasis de libertad que se han hecho para ambos. Se arrepiente de algunas de las cosas que dijo, pero no del hecho de haber deseado alguna vez tener a Lucerys más pronto.

Una parte de sí mismo se golpeó mentalmente por ello durante mucho tiempo. La obsesión que le corroía desde aquel día en que perdió su ojo, fue la fuente de inspiración para sus más horribles y leales actos; no por Aegon, no por su madre, no por su apellido, por Lucerys, para demostrarle que, aun sin su ojo, podría ser más y podría amedrentarlo. No podía pensar en la victoria sin Lucerys, ni tampoco la derrota. Lo ideal sería que el ganará, pero con su sobrino al fondo, viendo todo sin hacer nada.

Por eso no lo llevó a Harrenhal, porque Luke debía sentarse y escuchar las glorias de Aemond, estar vivo para cuando entrase en Desembarco del Rey como único superviviente de todo.

Lo había hecho. Inconsciente y con su pierna rota.

―Aemond. ―La rota voz de su esposo tras él, se hace camino entre el ruido del viento―. Quiero que sepas que no me arrepiento de nada. Estoy feliz de estar casado contigo y de haber pasado los últimos quince años juntos.

La idea de que aquello sea una despedida le hiere.

―Te lo voy a decir una única vez ―grita, contra el viento, sujetando las riendas más templadas de lo usual―: Tienes que volver conmigo. Sea como sea. No puedes morir lejos, ¿me entiendes? He hecho todo por estar contigo y no permitiré que otros te tengan.

La risa casi animal a su espalda le dice que su esposo ha entendido la exigencia. Su dragón, casi que anticipando una pelea, emite un largo gruñido que los hace temblar a ambos sobre su lomo. Acaricia las escamas calientes para asegurarle que nada malo está pasando, aún.

Aemond en realidad está muy preocupado. Recibió una carta de Daenerys en la noche, una nota que tiene tanto de guerra como de pedido de auxilio. La frágil muchacha que lo entregó, fue una de las mismas que vino desde Dorne con la princesa Laena; Dellone Martell.

Mi principe.

Estamos en el Árbol de los Cuervos. Mi prometido ha escrito al Norte, las Tierras de los Ríos se preparan. Tengo a Aerys... No sé nada de mi hermana o de su esposo. La reina quiere que Baelon sea prometido a Aena, antes de que esta se case con Royce.

Las Tierras de la Tormenta han escrito que la princesa no saldrá de sus dominios si ella no lo desea.

La reina tiene la lealtad de los Lannister y también de los hombres del Valle, a través de Lord Joffrey Arryn. Ser Bejicot nos dice que hay rumores de que la casa Hightower le ha propuesto un matrimonio, un segundo hijo, Garmund.

Mi padre está muerto. Lo tomaron prisionero. Ha sido ejecutado por traición.

Esperando una respuesta. Daenerys.

La portadora del mensaje, envuelta en llanto, relató cómo la princesa Laena le había entregado al bebé sollozante en la noche, para que huyera con su hermana menor al cobijo de las sombras, a través de viejos pasadizos. El Príncipe Consorte había sido ejecutado por oponerse al reclamo de legitimar a Baelon en una boda con Aena; el príncipe de Dorne, Nymor, había sido herido por defender a su suegro y los intereses de su esposa.

Tuvo que llamar a Aegon y Viserys para tramar un plan. Al final, Aegon terminó negándose a hacer algo, empecinado en solo admirar como todo lo demás se consumía. Jaehaera tuvo otra perspectiva.

Enredaderas y  escamasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora