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Matthew Helmont

La mano de Becca se siente tan pequeña en comparación a la mía. Nuestras manos entrelazadas se sienten tan bien entre sí que me hace pensar que están hechas precisamente para ser tomadas por el otro.

Pese a la bochornosa sugerencia de mi madre, no planeo llevar a Becca a mi cuarto, mas bien quiero llevarla a un espacio al cual mayormente voy solo. Tal vez desde su punto de vista no sea la gran cosa, pero para mí significa mucho. Voy a dejarla entrar a mi mundo, a mis sentimientos, de alguna manera. No he dejado entrar a nadie más que a mi familia, y eso se reduce a muy pocas personas.

Ahora ya no entra nadie que no sea yo, bueno... ahora lo hará Becca.

Es como un tipo garaje, aquí pasé los años finales de mi adolescencia y demás. Mis padres me ayudaron a adaptar este espacio para que yo pudiera expresarme libremente.

Desde entonces se ha quedado así, a excepción de algunas pequeñas modificaciones que le he ido haciendo, pero mayormente tiene la esencia de mi yo adolescente. Todo se mantiene limpio y ordenado. Es una habitación de cuatro paredes, una por cada etapa que tuve. Y tiene como un ático, en donde a veces me quedo a dormir.

La primera pared fue decorada en aquella época en la que me creía emo, su pared opuesta es en la cuál yo era pura felicidad y optimismo. Otra en la que sólo escuchaba música de décadas pasadas, mayormente de los ochentas, está llena de vinilos. Y por último, la que más me marcó y que jamás he sabido con exactitud qué quería expresar.

Fue cuando tuve depresión, realmente no fue la gran cosa. Pero ahí estuvo.

Cuando tengo ganas de escapar del mundo, vengo aquí a pasar el rato, hay veces que me pongo a escuchar de nuevo los discos para transportarme a ese momento, otras veces me pongo a leer los libros de la biblioteca de mi madre.

一¿Qué te parece? 一le pregunto a Becca después de unos minutos sin decir nada, con el único sonido de un reloj de fondo, en los cuáles se quedo observando, o más bien analizando, cada una de las paredes.

Esa imagen me permito compararla con la de un niño en una juguetería, que se queda fascinado con todo lo que hay alrededor.

Es una imagen adorable.

一No es un cuarto rojo, como pensé que sería, 一tan pronto como estas palabras abandonan su boca, su manos se dirigen a esta para cubrirla.

一¿Qué? ¿Debería estar pintado de rojo? 一Pregunto, confundido. Jamás había oído hablar de tal cosa.

Ella, al escuchar mis palabras, deja salir una carcajada.

一No me acostumbro a que seas tan inocente, olvida lo que dije. ¿Qué es este lugar?

一Es mi espacio, 一es todo lo que digo.

Se limita a asentir y observar con más detenimiento cada pared. Una que otra vez dirige su mirada a la puerta, como para asegurarse que sigue ahí.

O tal vez queriendo salir de aquí ya. Tal vez no le gusta estar a solas conmigo o no le guste mi espacio o le desagrade yo y mi espacio.

Sea como sea me está intimidando un poco la forma en la que mira las paredes, siento que está viendo hasta mi más oscuro secreto en ellas.

一Me gusta, siento que tiene tu esencia, 一hace un movimiento raro con las manos hacia mi cuerpo. 一¿Qué signo eres?

一Piscis, ¿y tú? 一Respondo y pregunto, confundido.

一Soy cáncer, después tendré que buscar esto. Bueno, tus paredes me dan vibras de un piscis, 一dice, con orgullo, como si hubiera descubierto algo muy importante.

¿Cliché?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora