01 ☔

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Siento la suavidad de unas sábanas contras mi mejilla, automáticamente mi cuerpo se encoje para tratar de obtener más calor. Mi sentido del olfato recién despierto capta el aroma suave a vainilla, proveniente de las sábanas.

Ojalá mi cama tuviera un aroma similar.

Con ese último pensamiento mi cerebro termina de despertar.

No me encuentro en mi cama.

Me apresuro a levantarme, a pesar de que mi cabeza palpita horrores, me obligo a analizar el lugar dónde me encuentro. Es una habitación completamente blanca, hay dos puertas, una en un extremo de la habitación y la otra, en el otro.

Hay un armario de un bonito color chocolate y una que otra decoración, mi cerebro me dice que está habitación no está ordenada como si la utilizaran a tiempo completo. También tiene una tele y unos burós.

Una vez analizado el panorama, me insto a buscar mis zapatos, los cuáles encuentro metidos a la mitad bajo la cama, y eso me dice que yo no fui quién los acomodo, puesto que yo no los acomodo así.

Voy por ellos y a trompicones me los pongo, no sé qué hago aquí y no me quiero quedar a averiguarlo. Me quiero ir de aquí lo más rápido posible, no puede ser que haya sido tan tonta de dejarme secuestrar.

¿En serio, Becca? Te gusta humillarte mucho.

Conforme me voy acercando a una de las puertas me voy acordando de lo sucedido. Recuerdo al tipo que hizo que me cayera y que me pegó en la nariz. Él pensó que estaba muerta.

一¿Será que me trajo a la morgue? No, no seas tonta, Becca, en la morgue no hay camas.

No es como si hubiera estado alguna vez en una, pero yo quiero creer que no son así.

Un pensamiento me empieza a sacudir la mente, si estoy en la morgue, eso quiere decir que me quieren enterrar, pero sigo viva, o sea que me enterraran viva, y en estos tiempos ya no se utilizan aquellas campanas para avisar que estás vivo.

Moriré asfixiada. Es mi destino.

Sé que lo que haré a continuación no es mi idea más ingeniosa, ni siquiera la más adecuada, pero la desesperación toma posesión de mi cuerpo.

Corro hacia la puerta y comienzo a golpearla, ni siquiera sé si está puerta da a una salida, yo solo la golpeo.

一¡Ayuda!, 一doy un golpe, 一¡un loco me quiere enterrar viva! 一mi garganta empieza a doler por el esfuerzo que hago. 一¡Mi madre te encontrará!, ¡te torturará por matarme!

Mis gritos son tan paranoicos que me pongo a reflexionar que hice ahora para estar en esta posición, me prometí a mí misma que lucharía, que me defendería si esto pasaba, es que acaso aún no soy lo suficiente fuerte, ¿aún pueden hacerme daño?

Mis gritos se convierten en sollozos por el miedo y la idea que toda esta situación me provoca. Me sorprende que no me haya largado a llorar antes. Paro de golpear la puerta solo para hacerme bolita y recargarme en esta, esperando que mi llanto no haga que nadie venga a hacerme daño.

De repente, alguien abre la puerta, lo que hace que me vaya de espaldas y caiga sobre los pies de una mujer.

一¿Quién te secuestró? 一me pregunta.

Algo en ella me parece familiar, pareciera que la conozco de algún lado.

La familiaridad que me provoca puede ser tanto mala, como buena, pero también me provoca una sensación de seguridad. La manera en la que me mira solo podría ser una mirada lanzada por una madre.

¿Cliché?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora