08 ☔

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Por la mañana, despierto más temprano de lo usual, trato de dormir de nuevo pero no lo logro, así que decido levantarme de una vez, lo que ocasiona que tenga menos horas de sueño de las planeadas.

Veo que Dylan duerme en el suelo tan plácidamente, lo que me da un poco de envidia. Lo bueno de la amistad es que puedes sufrir en compañía, teniendo esto en cuenta, empiezo a despertar a Dylan para que suframos los dos.

—Tonta, —me dice en cuanto le quito las cobijas de encima.

—Buenos días, estrellita, la Tierra te dice hola, —canturreo—. Debes levantarte, Dylan, no puedo creer que sigas acostado.

Obviamente puedo creerlo, es muy temprano para estar despierto, pero solo lo digo para molestarlo.

—¡Son las cinco de la mañana! No sé si recuerdas, pero nos dormimos después de las tres.

¿Qué si lo recuerdo? El sueño que tengo y las ojeras que debo tener dicen que sí.

—Lo recuerdo, pero no son las cinco, son veinte para las ocho, y es mi turno de recordarte que entras a trabajar a las ocho, —miento.

Solo a nosotros se nos ocurre quedarnos hasta muy tarde hablando entre semana, no sé qué estaba pasando por nuestras cabezas en el momento en el que pensamos que era buena idea.

Bueno, no estábamos pensando.

—¡¿Qué?! ¡¿Por qué no me despertaste?! —se pone de pie de un brinco y empieza a caminar hacia el baño.

—Olvidalo, —le digo—. Vamos a desayunar, ayúdame a preparar algo.

Como era de esperarse en nuestra amistad, a él le va mucho mejor cocinando que a mí, él es el que se encarga muchas veces de mantenerme bien alimentada, algo que mi madre agradece mucho.

Pasa sus manos por su rostro y asiente despacio, acaba de resignarse a llegar tarde. En la cocina decido que ya fue suficiente tratar de hacerme la saludable, así que sugiero preparar panqueques.

No sé si Dylan es tonto o ingenuo... tal vez los dos, ¿por qué no revisa la hora o se da cuenta que todavía no amanece por completo?

Confía en mí tan ciegamente y no debería.

Al terminar de preparar los panqueques nos sentamos a consumirlos tranquilamente, Dylan tiene una expresión cansada, sigue resignado a llegar tarde. Tal vez debería decirle la verdad, ya que aún no se ha dignado a ver la hora.

—Dylan...

Levanta su mirada hacia mí y veo en su expresión cansancio y ganas de morirse.

—Buenos días, —mi madre saluda con todo el ánimo del mundo—. Me sorprende que se levantaran temprano, teniendo en cuenta que se durmieron tarde, y además ya desayunaron... —mi madre se percata de la cara que se carga Dylan y se queda callada.

—¿Temprano? —La cabeza de Dylan se gira como la de la niña del exorcista, su mirada va directamente a mí. Su mirada está llena de molestia.

No puede culpar a esta alma inocente que todo lo que quería era levantarse a preparar el desayuno con su mejor amigo.

—¿Becca? —Además, debió ver la hora, es su culpa.

—Solo quería desayunar y ya casi nos tenemos que ir así que nadie llegará tarde a su trabajo, ¡sorpresa! —Levanto mis brazos a modo de celebración.

Él se levanta de su asiento solo para correr en mi dirección, antes de que llegue hasta mí me levanto de mi lugar para huir de él.

—¡Mami! —Le grito por ayuda.

¿Cliché?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora