09 ☔

9 4 0
                                    


—¿Y yo qué pregunté? —Es lo primero que sale de mi boca ante tal declaración.

En mi humilde opinión, no pude haberlo hecho mejor, no demostré ninguna emoción que delatara lo herida que me siento ahora.

Me llevo las manos a la boca, con esta acción le quito mi mano a Sofía, al tapar mi boca no es señal de vergüenza por lo que dije, más bien es arrepentimiento porque no se supone que saliera de mis pensamientos.

—Perdón, —me disculpo por si les ofendió mi respuesta.

Los presentes nos quedamos en silencio, en el ambiente se instala un aire de incomodidad y tensión.

Por lo que parecen años nadie pronuncia palabra, me empiezo a poner ansiosa por no tener nada de ruido de fondo, por lo que me remuevo en mi lugar con más incomodidad. Alguien parece notarlo y decide romper el silencio.

—No es lo que piensas, —suelta Matthew.

Bueno, ¿y él qué sabe que estoy pensando?

Para ser honesta, en este momento podría estar pensando en ovejas negras brincando una cerca y él piensa que estoy pensando en otra cosa, ¿cómo sabe él que estoy pensando en ovejas negras?

—No estoy pensando en nada, —me sincero—. Pero eso no importa, un gusto Sofía. Disculpen, pero tengo que seguir trabajando, —me despido junto con una sonrisa.

Lo hiciste bien Becca, creo.

Hasta pienso en ir hasta alguna isla de lujo y comer helado. Acompañada de mis padres, Dylan y su novia. Solo para festejar este gran logro en mi vida, me lo merezco, obviamente.

Ashley, Dylan y yo podríamos estar comiendo mientras vemos películas de acción, yo prefería una comedia romántica pero a Ashley no le gustan esas películas, desgraciadamente, y pasaremos horas con productos de dudosa procedencia en la cara. Para finalizar conmigo leyendo una novela trágica y llorando por el final.

¡Pero estaremos en una isla!

Alejo estos pensamientos para concentrarme en el trabajo, tratando de cambiar todas las ideas que ya había hablado con Eleanor. No tengo ninguna conexión con el exterior puesto que tengo los audífonos a todo volumen.

Si mi madre estuviera aquí ya le hubieran dado tres infartos seguidos. Siempre se pone muy histérica acerca del volumen en el que escucho la música, se la pasa alegando que me quedaré sorda. Y tal vez si.

Me encuentro tan enfrascada en lo que estoy leyendo que no me doy cuenta de que alguien me está hablando —también es culpa de la música—, hasta que esa persona empieza a tocar mi hombro para llamar mi atención.

Se trata de Matthew.

—¿Qué pasa? —Pregunto, cordialmente.

—Te queremos invitar a nuestra boda, —responde Sofía, emocionada—. Será dentro de un mes, ¿verdad, Metthew?

—¡Sofía! —Parece que Matthew la reprende.

Yo pensaba que ellos dos solo eran novios y que no había más, pero me doy cuenta de lo equivocada que me encontraba.

Mi vista inconscientemente se dirige a la mano izquierda de Sofía, en ella se encuentra un anillo. Un maldito anillo de compromiso, claro, ¿por qué razón no tendría uno? Tonta.

Matthew era lindo, pero no sé si me trataba así por simple cortesía, porque así trata a todos o porque es un simple mujeriego de lo peor, aparte, no se trata a una persona de ese modo por simple cortesía, ¿o sí?

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 15 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

¿Cliché?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora