Dolor

1.2K 107 10
                                    

Miraba fijamente el fuego creciente de la chimenea, mientras se acurrucaba al lado del convaleciente Lobo del Norte.

- He visto a la muerte tan cerca de mi -dijo Cregan, arrastrando las palabras- Como si fueses una enviada por los Siete, me arrebataste de sus brazos.

- No podía quedarme con los brazos cruzados y verte morir... Y quiero que sepas que castigue a los responsables. -dijo Rhaella- Ejecute a tu tío y a sus hijos.

Cregan la miró incrédulo tratando de no exaltarse, pidió una explicación.

- ¿Qué hiciste qué? -dijo Cregan.

- Él y los verdes intentaron derrocarte, una vez tu tío asumirá el mando le daría el apoyo del Norte al Usurpador. Tenía que asegurar tu posición, y por eso también decidí matar a tus primos, ya nadie amenzará quitarte el derecho a ti y a tu hijo -Cregan puso su mano sobre el rostro de su esposa y le dedicó una mirada triste.

- Hiciste lo correcto, pero no debiste ensuciarte las manos con eso, yo soy el indicado para eso... -tomó la mano de Rhaella y la besó. - Por un momento pensé que aprovecharías mi estado para ir detrás del príncipe Jacaerys...

- No te negaré que me aflige la muerte de mi primo, pero tampoco puedo dejarte moribundo en una cama. Pero no dudes que luchare esta guerra...

- Sabes lo que pienso al respecto.-Cregan cambio su expresión de repente - Si te parece puedo mandar 2000 hombres más, a cambio de que no abandones Invernalia.

- ¿Qué es más útil en una batalla? ¿Mil hombres o un dragón? -Cregan no respondió - sé que un ejército ganaría batallas en tierra, pero fácilmente se harían papel ante el ataque de un dragón desde el cielo.

- ¿Estarías dispuesta a perder a tu dragón en esa guerra? -preguntó Cregan.

- No, pero si así fuera, me gustaría morir como un jinete de dragón -Cregan tomó su rostro con ambas manos y miró afligido.

- Prométeme qué no iras a la guerra. No soporto la idea que mueras quemada, o devorada por un dragón.- dijo Cregan.

- No Puedes pedirme eso...—respondió ella.

- Mandaré a todos mis norteños a la guerra, si hace falta yo los lideraré. Pero te suplico que te quedes aquí, mientras proteges el norte junto a tu dragón.

Por alguna razón le dolía mentirle a ese hombre, que solo había tenido atenciones con ella, y se desvivia por hacerla feliz.

- Está bien, lo voy a intentar— suspiró pesadamente y se recostó en el pecho de su esposo. Simplemente podía mentirle con el descaro que la caracterizaba, pero esta vez no pudo.

- Una vez que la guerra termine, y regrese al norte, me gustaría verte esperándome en las puertas de la fortaleza, con un hijo mío en brazos y embarazada nuevamente... -dijo Cregan mientras acariciaba la plateada cabellera de su esposa.

- Yo haría un esfuerzo por hacerlo realidad -dijo con algo de temor.

En eso, llamaron a la puerta.

- Mi Lord, ha llegado una carta con un cuervo. Es un mensaje para Lady Rhaella. —rápidamente se levantó de la cama para ir de puntillas hacia la puerta para recibí la carta.

- Gracias -Rhaella tomó la carta y cerró la puerta, rápidamente abrió el pequeño pergamino.

- ¿Una carta de tu padre? -preguntó Cregan.

- Es una carta de mi hermana Baela.

- ¿La prometida del príncipe Jacaerys?


--------------------------------------------------

Oneshot/ Cregan StarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora